Por: Juan Carlos Cuya Velarde

Por: Juan Carlos Cuya Velarde
muchas historias entretejidas...olvidadas...perdidas

Tras el silencioso recorrido del capullina...se van tejiendo y contando historias en secreto pecado.

Por: Juan Carlos Cuya Velarde


martes, 6 de octubre de 2020

Gloria al gran almirante Grau

A pesar del tiempo transcurrido, hay un nombre que no ha sido olvidado en la memoria de los peruanos. Aquel nombre no es otro que el de Miguel Grau. 
Sobre Grau se ha escrito extensamente, es un personaje epónimo en el Perú y el mundo. Su historia no es solo parte de la historia del Perú sino de la vida de los peruanos. Todos hemos soñado con Grau, hemos vivido a través de sus correrías, de sus aventuras de grumete y almirante, de sus viajes por los 5 mares y de su íntima relación con el descollante monitor “Huáscar” y su tripulación.  
Han transcurrido 141 años desde que el almirante y su monitor cayeran combatiendo en desigual lucha en Angamos. Hizo falta que 6 naves chilenas rodearan en un círculo de muerte al Huáscar para por fin frenar el embate del león del pacifico. Aquel 08 de octubre Grau fue vencido y vencedor. El enemigo se llevó los trofeos y Grau se quedó con los laureles. Los mismos que lo reconocerían como el Caballero de los Mares.  
Miguel María Grau Seminario nació el 27 de julio de 1834. Su segundo nombre, advocado a la virgen María, fue una protección otorgada por sus padres frente a la pila bautismal ante el temor de que pudiera sucumbir por el sarampión padecido a los dos meses de nacido.   
Hijo de un militar colombiano y de una criolla piurana, Grau conoció las aventuras y penurias del mar desde temprana edad. Aquellos viajes por los 5 mares, lo formaron muy prontamente en un viejo lobo de mar. Su vida, transcurrida hasta entonces en la marina mercante es posteriormente llevada a la marina peruana, desde la que comenzaría a participar de la realidad y política nacional. A sus 22 años ya se encuentra inmerso en el fallido levantamiento de Vivanco en contra de Ramón Castilla, lo que causo su primer alejamiento de la marina. Aquellas luchas, por sus convicciones y la legalidad del Estado, lo llevaría a dos nuevos embates en las guerras intestinas del Perú: en 1865 en contra de Pezet y posteriormente contra prado por el nombramiento del contraalmirante Tucker como comandante de la Marina Peruana. Este último acto lo llevaría a ser apresado en la isla San Lorenzo durante 6 meses y constituiría su segundo distanciamiento de la Marina Peruana.  
Regresó en 1867 como comandante del Huáscar, en 1873 es ascendido a Capitán de Navío y en 1877 a comandante general de la Marina del Perú; lugar desde el que dio cuenta de sus deficiencias y debilidades. Observaciones que fueron desatendidas, dio paso a que Grau ingresara a la política representando a Paita entre los años 1876 a 1878.
Al estallar la guerra doña Dolores Cavero de Grau tenía entre sus brazos al último de sus 10 hijos, que resintió la ausencia de su padre con tan solo ocho meses y medio al momento del fallecimiento del Héroe. 
El 16 de mayo de 1879 partió Grau hacia Arica. El 21 de mayo de 1879 trabó su primer combate. Ese día entro el Huáscar a Iquique y cañoneó dos horas infructuosamente con la Esmeralda, porque sus proyectiles no alcanzaban el blanco debido a la pésima calidad de los artilleros. Entonces Grau comprendió que para ganar ese combate era necesario embestir a la corbeta con el espolón del Huáscar. Lo hizo tres veces, y con aquellos “tres asaltos” partió en dos a la embarcación, mientras en la cubierta quedaba tendido el cuerpo del comandante Arturo Prat. 
En junio de 1879 Grau regresó a Lima burlando la persecución del Cochrane, Blanco encalada y Magallanes. A su arribo al Callao, Grau y el Huáscar fueron merecedores de halagos y festejos. El entusiasmo de los limeños no se dejó esperar. En uno de los muchos banquetes dados en su honor, dijo una vez: “Todo lo que puedo ofrecer en retribución de estas manifestaciones abrumadoras es que si el Huáscar no regresa triunfante al Callao tampoco yo regresare”
Hechas las reparaciones al Huáscar, partió Grau del Callao a mediados de Julio de 1879. Partió a batirse en aquel mar que hoy lleva su nombre, partió hacia aquel circulo de la muerte que lo enrumbaría hacia la gloria el 08 de octubre de 1879, aquella es historia conocida por todos.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Los días del silencio(...) 18 de enero

Hoy he intentado una y otra vez poder escribir sin éxito alguno. He escrito 18 veces y 18 veces he borrado la mediocridad que el aburrimiento inspira en esta torpe cabeza, que nada es capaz de escribir.

 

El 18 de enero ha llegado y en verdad no quería que llegue. Pues sabia secretamente que sería el más gris entre los grises. Y es que quiero escribir lo que en silencio grita mi alma, pero nada se puede hacer cuando lo que digo es lo mismo de siempre. Se me acabaron las historias y las opiniones. Nada soy capaz de escribir y mucho menos publicar.

 

¡Qué triste es tu vida! me decía hoy una amiga. Robándome la frase que le repito día con día. Qué triste que vivas de recuerdos, mientras eres prisionero del silencio que te golpea día con día.  Mientras tanto sigo atrapado en las redes del aburrimiento que le gano el paso a los insípidos días del silencio. Y es que finalmente los días del silencio terminaron con cualquier intento que tengo por escribir y los del aburrimiento fulminaron lo poco que aún quedaba.

 

Mientras tanto me he quedado atrapado en el Centenario del nacimiento del gran José María Arguedas y es que por casualidades de la vida hoy 18 de enero nació uno de los hombres más importantes del siglo XX en el Perú.

 

Leo y releo el zorro de arriba y de abajo y recojo aquellas palabras de su testamento:(...) yo si no escribo me mato (...) Lo cierto es que yo no me matare, pero parece que ando muerto en vida. Sin palabras, sin textos que guarden lógica o que digan realmente lo que siento.

 

Pero que puedo escribir, si todo cuanto tengo ya lo dije. Han llegado los días del silencio y no hay nada más por decir que desear que seas Feliz. 

 

 


lunes, 30 de marzo de 2020

La gran peste


Los libros de historia,  literatura, e incluso la biblia, están llenos de relatos acerca de plagas, pestes y   pandemias. De enfermedades raras que atacaron a la humanidad, de ángeles de la muerte que tomaron al primogénito de cada familia, de grandes fiebres y sangre contaminada que acabaron con el gran imperio romano, de pestes negras que exterminaron la mitad de la población de Europa, o de simples gripes que casi destruyen  al hombre del nuevo mundo.

En aquellos tiempos la peste viajó por mar, a través de barcos, en su mayoría de veces. Sus portadores solían ser comerciantes, guerreros, o conquistadores. Viajaba tan rápido como el mar se los permitía.  El mundo era aún muy grande, así que los viajes de la enfermedad fueron largos en el tiempo. 

Aquel viejo mundo no estaba conectado como el de hoy; así que la enfermedad no atacó a todo el mundo por igual, algunas ciudades no fueron atacadas de sobremanera, pero al fin y al cabo todos los hombres conocieron y sintieron aquel mal que no sabían explicar y  mucho menos curar.

Desde entonces, el hombre busco un culpable. Lo encontró en diversos lugares, orígenes y formas: el Asia, los judíos, la herejía, la brujería (que ahora la conocemos como ciencia), en Dios, en los animales, y en todo lo que pudiera servir para encontrar a quien culpar y maldecir sobre su suerte. 

A pesar de lo que creemos la palabra peste no significa otra cosa que enfermedad, deriva del latín “pestis” y puede también ser interpretada como epidemia. La peste es tan vieja como el hombre mismo. A aparecido y desaparecido junto con las civilizaciones, con el viejo y nuevo mundo.

A diferencia del pasado, el COVID-19 no solo  viajó por mar, sino por tierra y aire. Viajó a una velocidad espeluznante, aunque por suerte no tan rápido como la mayoría de las cosas en el mundo actual.  La tierra mantiene el mismo tamaño que hace siglos, pero en la práctica es cada vez más pequeño. El hombre viaja por el mundo a velocidades inimaginables y lo que daña a un hombre en un continente  puede tener consecuencias en un hombre al otro lado del mundo. 

Si el hombre y las cosas viajan rápidamente, el conocimiento lo hace exponencialmente mucho más rápido. Hoy la información viaja a una velocidad que jamás se podría haber imaginado. Viaja tan rápido, que cuando una noticia llega a todo el mundo en cuestión de minutos, se dice que se ha convertido en un viral. Por supuesto esta denominación viene en referencia a que se propaga tan rápido como un virus (en griego toxina o veneno); y, en este caso el vector de transmisión es la internet. En el caso del COVID, su mayor vector de transmisión son las personas.

El hombre ha sido desde siempre el origen y causa de las cosas en el mundo. Construyó y destruyó ciudades, formó y destruyo civilizaciones, aprobó y reprobó ideas, filosofías, creencias, religiones, y todo lo que pudo o puede controlar. Levantó muros, protegió a unos  y condenó al ostracismo a otros. Destruyó o minimizó todo aquello que desconocía o creía peligroso: la ciencia, la moral, la humanidad, la religión, etc. 

El hombre del 2020 no está lejos del hombre antiguo. Por redes sociales veo como se busca culpables: desde el presidente de la republica hasta el inmigrante. Por alguna razón una parte acéfala de la sociedad culpa de todo lo que pasa al hombre de la sierra. Como si el hecho de ser serrano fuera un pecado. 

Otros exigen que cierren las fronteras, que se levanten muros y que nadie entre. No importa si es una madre la que se quedó fuera y lo único que está haciendo es tratar de reunirse con sus hijos. No importa si el que se quedó fuera, no tiene para sobrevivir en un lugar que no es el suyo. No importa, ¡que se jodan, primero soy yo!  ¡Que encierren a los enfermos, que los maten dicen otros! muerto el perro acabada la rabia, exclaman. 

¡Esos somos los humanos, la gran peste! El mundo ha cambiado mucho desde las primeras civilizaciones, pero cuando la muerte toca nuestra puerta, muchos vuelven a ser irracionales, salvajes, sobrevivientes. Dicen que los momentos difíciles sacan lo mejor o peor de las personas, parece ser que hoy, algunas están dispuestas a que otros mueran con tal de salvarse. ¡Sera la historia quien nos juzgara!