(artículo publicado en el diario "Sin Fronteras", edición Tacna, del 07.12.2021)
Luego de algunos intentos logré conseguir el número de teléfono del arquitecto Vargas Giles. Como es usual, me embarga el temor de ser rechazado en mi tentativa de ir entrevistando a los hombres que han hecho algo por la historia de Tacna. Sin embargo, y como ha resultado la mayoría de veces, el efecto de mi llamada ha sido el mejor de todos. Al otro lado de la línea me contesta un hombre por lo demás entusiasmado de hablar de una de sus más grandes obras: el diseño y construcción del monumento a los héroes del Campo de la Alianza.
Después de resolver
algunos temas de fechas, logramos conocer por primera vez al hombre que le
regalo a Tacna su más grande fortín, el bastión de nuestro orgullo. Llegamos al
Campo de la Alianza y de inmediato el vigilante del museo lo reconoce, “¿Cómo
esta ingeniero?” le pregunta. Por
esas cosas de la vida, a los arquitectos suelen confundirlos con los
ingenieros. Creo que esta vez, el error no es tan grave: después de todo el
Arquitecto Vargas supo ingeniárselas para llevar adelante la obra más
importante de nuestra ciudad.
Nos cuenta que con
motivo de conmemorarse el centenario de la Batalla del Campo de la Alianza el
Ejército del Perú convocó a un concurso para erigir el monumento. Participamos
cerca de 12 arquitectos y se presentaron 5 proyectos. De los cuales, como
sabrán, resultó ganadora mi propuesta. El premio de ese logro no fue otro
que el de tener la satisfacción de obsequiarla algo a esos hombres que dieron
la vida por su patria. Si ellos dieron todo sin pedir nada a cambio, ¿que
podría yo esperar por rendirles el mejor homenaje?”, señala.
Después de ganar el concurso tocó llevar adelante su ejecución. Abandonó
entonces su vida y responsabilidades; y se dedicó a la construcción del
monumento. “No quedaba mucho tiempo, estábamos en febrero y mayo estaba a la
vuelta de la esquina. Decir que yo hice esto solo sería mentir, a mi lado
participaron otros arquitectos e ingenieros. Todo Tacna participó en la
construcción. Incluso los escolares llegaban trayendo piedras para la
construcción. El cemento, combustible, y, demás necesario, lo conseguimos a
través de la gente, de los tacneños. Casi todo en esta obra lo
conseguimos gratis, incluso aquello que tenía que pagarse no se pagó. No solo no cobre nada por mi proyecto, sino
que nunca se me pagó un sol por toda la ejecución de la obra, me dijeron: no se
preocupe arquitecto ya llegara el momento en donde veremos su pago y hasta hoy
estoy esperando. Lo peor de todo es que al escultor de las obras, don Holger Carpio Dextre, que fui a traerlo desde Lima, para que hiciera las esculturas, nunca
se le pagó un centavo por su trabajo, y ni siquiera pudo ver su obra
finalizada. Alguna vez le pedí a las autoridades que por lo menos lo traigan
para que vea su trabajo realizado; y ni siquiera eso quisieron dar. Solo tiene
dinero para otras cosas inútiles, pero para la cultura y el reconocimiento de
la gente que hizo algo por Tacna no hay ni un solo sol”, comenta el arquitecto
Vargas Giles.
Han pasado 41 años desde aquel día, en que un joven arquitecto, con tan
solo 33 años al hombro, tomara la decisión de embarcarse en el más grande
proyecto de la historia de su tierra: representar la herencia de nuestro valor
en concreto, acero y piedras.
A pesar de los años, los iris de sus ojos no pueden evitar derramar una
lagrima al recordar aquellos días. No solo lo conmueve el saber que a pesar de
tanto, aquel monumento se mantiene firme entre la arena y el ardiente sol, sino
que le duele más saber la indiferencia de las autoridades para con su esfuerzo,
para con su trabajo y el de sus colaboradores.
“Hemos hecho tanto por esta obra y hasta ahora no son capaces de
terminar mi proyecto, esto aún no está completo y como me lo pidiera en su
última carta el general Cornejo, quien fue el promotor de este trabajo,
continuare luchando por terminar mi obra.
Construí una obra perenne, la hice con todo mi amor y cariño por quienes
pelearon sobre esta arena, entre los que se encuentran mi bisabuelo y su
hermano. Creo que cumplí con mi responsabilidad. Sin embargo, aun espero las
autoridades cumplan con la deuda que tienen conmigo. No solo el gobierno local
está en falta, también lo está la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann,
a quien no solo le entregué el diseño gratuitamente de la ciudad universitaria,
sino que conseguí para ella parte de los terrenos que hoy ocupan, recuerda.
El arquitecto aún espera la homologación de su pensión como profesor
universitario. Pero ¿qué podemos esperar
de aquellos que solo ofrecen promesas de Arena? ¡Gracias por todo Arquitecto Vargas!