Por: Juan Carlos Cuya Velarde

Por: Juan Carlos Cuya Velarde
muchas historias entretejidas...olvidadas...perdidas

Tras el silencioso recorrido del capullina...se van tejiendo y contando historias en secreto pecado.

Por: Juan Carlos Cuya Velarde


martes, 7 de diciembre de 2021

PROMESAS DE ARENA, AL ARQUITECTO JULIO ENRIQUE VARGAS GILES

(artículo publicado en el diario "Sin Fronteras", edición Tacna, del 07.12.2021)


Luego de algunos intentos logré conseguir el número de teléfono del arquitecto Vargas Giles. Como es usual, me embarga el temor de ser rechazado en mi tentativa de ir entrevistando a los hombres que han hecho algo por la historia de Tacna. Sin embargo, y como ha resultado la mayoría de veces, el efecto de mi llamada ha sido el mejor de todos. Al otro lado de la línea me contesta un hombre por lo demás entusiasmado de hablar de una de sus más grandes obras: el diseño y construcción del monumento a los héroes del Campo de la Alianza.

Después de resolver algunos temas de fechas, logramos conocer por primera vez al hombre que le regalo a Tacna su más grande fortín, el bastión de nuestro orgullo. Llegamos al Campo de la Alianza y de inmediato el vigilante del museo lo reconoce, “¿Cómo esta ingeniero?” le pregunta.  Por esas cosas de la vida, a los arquitectos suelen confundirlos con los ingenieros. Creo que esta vez, el error no es tan grave: después de todo el Arquitecto Vargas supo ingeniárselas para llevar adelante la obra más importante de nuestra ciudad.

Nos cuenta que con motivo de conmemorarse el centenario de la Batalla del Campo de la Alianza el Ejército del Perú convocó a un concurso para erigir el monumento. Participamos cerca de 12 arquitectos y se presentaron 5 proyectos. De los cuales, como sabrán, resultó ganadora mi propuesta. El premio de ese logro no fue otro que el de tener la satisfacción de obsequiarla algo a esos hombres que dieron la vida por su patria. Si ellos dieron todo sin pedir nada a cambio, ¿que podría yo esperar por rendirles el mejor homenaje?”, señala.

Después de ganar el concurso tocó llevar adelante su ejecución. Abandonó entonces su vida y responsabilidades; y se dedicó a la construcción del monumento. “No quedaba mucho tiempo, estábamos en febrero y mayo estaba a la vuelta de la esquina. Decir que yo hice esto solo sería mentir, a mi lado participaron otros arquitectos e ingenieros. Todo Tacna participó en la construcción. Incluso los escolares llegaban trayendo piedras para la construcción. El cemento, combustible, y, demás necesario, lo conseguimos a través de la gente, de los tacneños. Casi todo en esta obra lo conseguimos gratis, incluso aquello que tenía que pagarse no se pagó.  No solo no cobre nada por mi proyecto, sino que nunca se me pagó un sol por toda la ejecución de la obra, me dijeron: no se preocupe arquitecto ya llegara el momento en donde veremos su pago y hasta hoy estoy esperando. Lo peor de todo es que al escultor de las obras, don Holger Carpio Dextre, que fui a traerlo desde Lima, para que hiciera las esculturas, nunca se le pagó un centavo por su trabajo, y ni siquiera pudo ver su obra finalizada. Alguna vez le pedí a las autoridades que por lo menos lo traigan para que vea su trabajo realizado; y ni siquiera eso quisieron dar. Solo tiene dinero para otras cosas inútiles, pero para la cultura y el reconocimiento de la gente que hizo algo por Tacna no hay ni un solo sol”, comenta el arquitecto Vargas Giles.

Han pasado 41 años desde aquel día, en que un joven arquitecto, con tan solo 33 años al hombro, tomara la decisión de embarcarse en el más grande proyecto de la historia de su tierra: representar la herencia de nuestro valor en concreto, acero y piedras.

A pesar de los años, los iris de sus ojos no pueden evitar derramar una lagrima al recordar aquellos días. No solo lo conmueve el saber que a pesar de tanto, aquel monumento se mantiene firme entre la arena y el ardiente sol, sino que le duele más saber la indiferencia de las autoridades para con su esfuerzo, para con su trabajo y el de sus colaboradores.

“Hemos hecho tanto por esta obra y hasta ahora no son capaces de terminar mi proyecto, esto aún no está completo y como me lo pidiera en su última carta el general Cornejo, quien fue el promotor de este trabajo, continuare luchando por terminar mi obra.

Construí una obra perenne, la hice con todo mi amor y cariño por quienes pelearon sobre esta arena, entre los que se encuentran mi bisabuelo y su hermano. Creo que cumplí con mi responsabilidad. Sin embargo, aun espero las autoridades cumplan con la deuda que tienen conmigo. No solo el gobierno local está en falta, también lo está la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann, a quien no solo le entregué el diseño gratuitamente de la ciudad universitaria, sino que conseguí para ella parte de los terrenos que hoy ocupan, recuerda.

El arquitecto aún espera la homologación de su pensión como profesor universitario.  Pero ¿qué podemos esperar de aquellos que solo ofrecen promesas de Arena?  ¡Gracias por todo Arquitecto Vargas!


miércoles, 6 de octubre de 2021

NOSOTROS LOS ABOGADOS



Cinco fiscales obtienen meter preso a un policía por disparar y matar a un delincuente. El país entero se conmociona, sobre todo luego de saber que en segunda instancia han confirmado la prisión preventiva del efectivo policial.

No habíamos terminado de entender tal aberración legal, cuando una nueva noticia da cuenta de que un humilde albañil se
encuentra preso por matar a uno de los hombres que lo asalto; para colmo, el delincuente que sobrevivió se encuentra libre. Tales noticias han puesto a la ciudadanía en contra del Poder Judicial y los Fiscales del País; pero, sobre todo, en contra de la Justicia peruana.

Rabia, impotencia, cólera y todo cuanto se pueda imaginar nos invade cuando vemos que en el Perú los inocentes van a la cárcel y los culpables son protegidos por las leyes. Para esto, basta con prender el televisor.

Respecto de los dos casos mencionados preferiré no pronunciarme más, dado que no pretendo juzgar algo que no conozco a fondo. Aunque todo parece ser que algo anda mal. Sin embargo, si me referiré sobre un problema mayor: “Los operadores del derecho”.

Antes de continuar, considero necesario precisar dos puntos: La Justicia y la necesidad de nuevas leyes. La Justicia es un principio, un conjunto de valores, o mejor aún, una virtud que nos permite distinguir lo bueno de lo malo. Por tanto, la Justicia no es la que está mal sino los hombres que la detentan y juzgan. Por otro lado, las leyes no son perfectas, son perfectibles. Por lo que pretender cambiarlas una y otra vez, como es costumbre en este país es un proceso que siempre se mantendrá inacabado. Es preferible aprender a interpretar las normas. Después de todo, como dice don Fernando de Trazegnies, el Derecho se crea todos los días a través de la interpretación. Sobre esto, no me pronunciare más, dado de lo que me interesa hablar es sobre nosotros los abogados. Ya sea en su rol de jueces, fiscales o defensores.

Siempre he creído que existen dos tipos de abogados: Los que creen que los hombres están al servicio de la ley y los que creen que la ley están al servicio del hombre.

Los primeros abundan en este país y los conocemos como “legalistas”. Los segundos, penosamente, son los menos y luchan por principios superiores como la dignidad y son los llamados “Principistas”. Gran parte de
esta distinción es responsabilidad de las universidades.

El filósofo del Derecho Manuel Atienza refiere que, si algo caracteriza a las facultades de Derecho es que son acríticas (sin capacidad de crítica) y dogmáticas (de verdades irrefutables). Sobre lo dicho, aún recuerdo a un docente universitario que hervía de rabia cuando un alumno lo contradecía, para este el derecho era como él lo veía y no como lo lograran ver los demás. De este tipo de docentes, están llenas las universidades, como de piedras el infierno. En las aulas universitarias aún se encuentra prohibido pensar,
opinar o creer que las cosas pueden ser diferentes.

Para los “Legalistas” la “ley es la ley”. Engullen códigos, crean barreras legales, construyen dogmas y ven al Derecho como un conjunto de normas autoritarias que gobiernan a los hombres.

Los “principistas”, alejados del sistema tradicional, son vistos -muchas veces- como unos parias. No devoran leyes, sino que se dedican a construirlas, a interpretarlas, a criticarlas. Para ellos, las leyes son parte de algo más grande llamado Derecho. El mismo que definió el maestro Carlos Santiago Nino, al reconocerlo como “La ciencia normativa que da soluciones de problemas prácticos, basado en consideraciones axiológicas; y que será válido, siempre que se encuentre basado en mandatos morales mínimos”.

En otras palabras, ven a la ley como un medio y no como un fin. Otro génesis de la existencia de estos 2 de tipos de abogados se encuentra en la forma en que ven la profesión. Los primeros, como ya lo hemos dicho, devoran solo códigos, leyes y procedimientos. Los segundos, ven al mundo como un todo, en el que coexiste la filosofía, literatura, psicología,
historia, sociología, arte, televisión, cine, series, etc. De forma que
comprenden, a diferencia de los primeros, que el abogado debe ser un hombre
virtuoso, culto, compasivo, humano y colmado de todos los valores que sea
posible. Después de todo la “Justicia” es una virtud y para aplicarla –cabalmente- demanda ser un hombre virtuoso.

El espacio es cruel con el que opina, así que solo me queda concluir señalando que un abogado debe procurar todos los días leer y aprender sobre cultura general, luego de ello deberá  leer las normas y procedimientos legales. Dado que, sin el paso previo, no sabrá utilizar las leyes creadas por el hombre para el hombre. ¡No hacen falta mejores leyes, hacen falta mejores abogados!

miércoles, 1 de septiembre de 2021

EL VENDEDOR DE RELOJES UN FANTASMA EN ITE

 

A inicios de la década de los setenta, aproximadamente en 1972, ocurrió en el apacible valle de Ite -perteneciente a la provincia de Tacna- un hecho inusitado, de esos que no son posibles de explicar por quienes lo presenciaron. El lugar del suceso se encuentra ubicado exactamente en el sector denominado Pampa Baja, en la chacra de don Salomon Velarde Manrique; cuya extensión se encuentra cercana a la costa y desde donde es posible ver los barcos navegando como pequeños navíos de juguete que aparecen y desaparecen en el horizonte.

Una mañana de un domingo cualquiera, en el que la familia Velarde se encontraba atendiendo las tareas del hogar pendientes, alejada de los trabajos del campo, apareció ante ellos un extraño visitante.  Era un hombre alto, de tez morena, de cabello corto y rizado, entre negro y cano, lo que hacía presumir que se trataba de una persona de poco más de 50 años. Vestía una sencilla camisa celeste y un pantaloncillo por demás inusual, y al decir esto nos referimos a lo corto de los mismos, semejantes a los pantalones de un pirata. Pues solo alcanzaban a cubrir parte de sus piernas, dejando al desnudo sus tobillos, que eran la antesala a sus pies descalzos. 

Se presento señalando que era de Panamá y que el barco en que viajaba había naufragado frente a estas costas. “No tengo nada, lo he perdido todo. Lo único que tengo, es esto”, les dijo.  Al instante, saco una bolsa que llevaba cargando en unas de sus manos. Parecía ser un pequeño saquillo, cuyo contenido, no era otro que diversos y bellos relojes, brillantes como el oro.

“Me gustaría venderlos, los doy muy baratos”, señaló. El precio era realmente cómodo. Don Salomon, extrañado por los sucesos, al igual que su esposa, Zoila, su hijo Raul y sus pequeñas hijas Nancy y Maria Elena, no dudo en ayudar al extraño y en comprar algunos de los relojes ofrecidos.

Hecho el trato, el hombre pregunto cómo podría hacer para tomar un medio para llegar a la ciudad más cercana. Le informaron que en Ite solo pasa un carro algunas veces por semana con destino a Tacna. Pero, que si deseaba podía dirigirse camino arriba, en donde encontraría el sector llamado Pampa Alta y en el que podría hallar quien lo lleve a Tacna.

El extraño visitante agradeció la ayuda y la información, partiendo sobre el camino señalado.  Doña Zoila, apenada por el hecho, inquirió a su esposo: "¿Por qué no les has comprado todos los relojes? Están baratos y ese hombre necesita ayuda" Las hijas, en coro, replicaron, “si papá cómprale todos los relojes”. 

Vayan a buscarlo entonces! -contesto don Salomón-, debe estar muy cerca en el camino", y corrieron las niñas junto a su hermano mayor a buscar al forastero. El camino era único, así que pronto lo encontrarían, pero por mas que lo buscaron, no pudieron dar con él. Don Salomón pregunto a sus vecinos si lo habían visto, con resultado negativo. Poco después preguntó en el pueblo si había llegado un hombre extraño buscando un carro para Tacna, y la respuesta fue la misma. Nadie ha visto al hombre.

Lo cierto es que aquel hombre apareció y desapareció de la casa de los Velarde como un fantasma. Los relojes, por seguro, no fueron una ilusión: las niñas y la familia disfruto de ellos durante mucho tiempo. Nunca supieron si quizás tenían un tesoro en sus manos o si en verdad el extraño vendedor de relojes era o no un fantasma.

Esta historia la he contado tal y como me la contó mi madre, Doña Maria Elena Velarde Herrera. La chacra de los Velarde aun existe, así que quizás un día volvamos a ver al forastero de vuelta.

Autor: Juan Carlos Cuya Velarde

imagen: Tomada del facebook de la Municipalidad distrital de Ite. Créditos a su autor.

Publicado en diario "Sin Fronteras", en Tacna al 31 de agosto del 2021.

 

 

 

lunes, 19 de julio de 2021

sueño de una noche de verano


Sueño de una noche de verano



"Y un día la luz entro por mis ojos y me hizo entender que pase lo que pase...siempre se puede volver a empezar. Son cosas extrañas las que pasan, a veces ni siquiera las podemos  entender. Pero pasan...dedicada a todos los Aries. Volviendo a vivir...porque basta un segundo para resucitar y mucho tiempo para morir."

Recuerdo, haber visto alguna vez la película sueño de una noche de verano (inspirada en el libro de William Shakespeare)  y quede fascinado con todo aquello. Hoy sin quererlo y sin siquiera imaginarlo: "creo, que viví mi propio sueño de verano".

Fue tan extraño todo aquello (...) me movieron el mundo completo y por una noche mi corazón volvió a latir a mas de 100 pulsaciones por segundo. De la misma manera que late el corazón de un ser que ha amado.

Aún no entiendo como paso todo aquello y de seguramente ella tampoco. Imagino que aun se preguntara ¿qué paso? Y de seguramente aun no tiene respuestas. Pero a pesar de que sé: que quizás no la veré nunca más, permítanme  decir que fue el sueño más bello de mi vida.

Aquel encuentro logro que saliera  del sub mundo en que vivía y como una ráfaga violenta mi alma volvió a la vida. Aunque solo fuera un sueño o aunque solo durara un instante, basto para que todo aquello sucediera.

Mi vida se encontraba resguardada en la mazmorra más alta del pico más lejano del reino de los  mortales  y debía estar ahí hasta   el instante que mis pulsaciones entendieran que había llegado la calma para su existencia y que el amor lograra rescatarlo del reino de las almas que vagan  en las  gobiernos del dios hades. 

Pero quizás sin que lo sepa, aquella mujer logro lo inimaginable. Hizo lo que nadie pudo en todo este tiempo y lo mejor de todo sin siquiera intentarlo. Logro romper aquel nombre lacrado con mi sangre, que impedía día tras día que  la luz entrara a  mis ojos ya deslucidos por la oscuridad del vil olvido y del lastimero silencio. Aquella mujer logro rescatarme de mi interminable viaje por los infiernos del sabio Virgilio.

 Y no fue con  guerra que lo logro, sino simplemente con  la luz de su mirada. Aquello basto para romper aquel  sello cancerbero y en un haz de vida escribir  nuevamente la palabra  felicidad en mi piel,  con su dulce aroma. Gracias a ello, aquella vida, es por fin vida.

Como dije al principio, se que quizás no la vuela a ver mas y entiendo todo aquello. Por cuanto todo ello pudo ser simplemente un traspié del destino, un error en los planes de dios o simplemente la travesura del dios Vaco. Pero saben (…) le  agradezco el haber aparecido en mi vida,  como el ángel que trae la buena nueva y luego simplemente parte dejando atrás el mensaje de dios. 

Y es que me dejaste el mensaje más importante. Me susurraste al oído que  aun puedo amar, que aun soy dueño  de mi vida. Que a pesar de que todo te diga que no se puede, yo si puedo y que ya no hay razón para llorar por la doliente ausencia de quien ya jamás regresara. Me dijiste en silencio, no te preocupes y vuelve a vivir que yo te doy la vida para que hagas con ella lo mejor que puedas hacer.

Me enamore en un instante  de aquellos ojos que acompañan simétricamente  esa sonrisa perfecta, que sueles regalarle al mundo. Me enamore de lo dulce de tu labios y de la forma en que te sonrojas al hablar.  Me enamore de ti mujer y no me duele haberlo hecho, aunque solo durara unos segundos.

No puedo negar que siento no haberla conocido mejor, el no haber podido saber los secretos que escondía bajo su silencio. El no haber escuchado  cada una de sus historias, como el mejor oidor de las  mil y una noches del enigmático desierto. Pero sobre todo me hubiera gustado quedarme: prendido de su cintura. Como si  quisiera sujetarme de ella  por siempre. 

No recuerdo a ciencia cierta todo lo que paso, pero me queda un recuerdo impregnado en el desvarió de mi memoria. Recuerdo que en un instante la mire a los ojos y le dije que quería amarla por siempre. En aquel momento note como las niñas de sus ojos crecieron  ante lo dicho  y creo que no termino  de entender lo sincero de aquellas palabras.

Sé que no leerá quizá  este recuerdo de una noche de verano, pues prefiero guardarlo  para el momento indicado. Cuando despierte de este sueño y para cuando este lo suficientemente lejos como para no entender lo que me paso.

Solo me queda darle gracias a dios por aquel sueño de verano que me regalo y pedirle fuerzas para poder llegar a la siguiente oportunidad que me toque volver a intentar amar.

Gracias por el dulce deseo de vivir que me regalaste en este sueño de verano y sobre todo gracias por la luz que me diste.


 el fenix




martes, 6 de octubre de 2020

Gloria al gran almirante Grau

A pesar del tiempo transcurrido, hay un nombre que no ha sido olvidado en la memoria de los peruanos. Aquel nombre no es otro que el de Miguel Grau. 
Sobre Grau se ha escrito extensamente, es un personaje epónimo en el Perú y el mundo. Su historia no es solo parte de la historia del Perú sino de la vida de los peruanos. Todos hemos soñado con Grau, hemos vivido a través de sus correrías, de sus aventuras de grumete y almirante, de sus viajes por los 5 mares y de su íntima relación con el descollante monitor “Huáscar” y su tripulación.  
Han transcurrido 141 años desde que el almirante y su monitor cayeran combatiendo en desigual lucha en Angamos. Hizo falta que 6 naves chilenas rodearan en un círculo de muerte al Huáscar para por fin frenar el embate del león del pacifico. Aquel 08 de octubre Grau fue vencido y vencedor. El enemigo se llevó los trofeos y Grau se quedó con los laureles. Los mismos que lo reconocerían como el Caballero de los Mares.  
Miguel María Grau Seminario nació el 27 de julio de 1834. Su segundo nombre, advocado a la virgen María, fue una protección otorgada por sus padres frente a la pila bautismal ante el temor de que pudiera sucumbir por el sarampión padecido a los dos meses de nacido.   
Hijo de un militar colombiano y de una criolla piurana, Grau conoció las aventuras y penurias del mar desde temprana edad. Aquellos viajes por los 5 mares, lo formaron muy prontamente en un viejo lobo de mar. Su vida, transcurrida hasta entonces en la marina mercante es posteriormente llevada a la marina peruana, desde la que comenzaría a participar de la realidad y política nacional. A sus 22 años ya se encuentra inmerso en el fallido levantamiento de Vivanco en contra de Ramón Castilla, lo que causo su primer alejamiento de la marina. Aquellas luchas, por sus convicciones y la legalidad del Estado, lo llevaría a dos nuevos embates en las guerras intestinas del Perú: en 1865 en contra de Pezet y posteriormente contra prado por el nombramiento del contraalmirante Tucker como comandante de la Marina Peruana. Este último acto lo llevaría a ser apresado en la isla San Lorenzo durante 6 meses y constituiría su segundo distanciamiento de la Marina Peruana.  
Regresó en 1867 como comandante del Huáscar, en 1873 es ascendido a Capitán de Navío y en 1877 a comandante general de la Marina del Perú; lugar desde el que dio cuenta de sus deficiencias y debilidades. Observaciones que fueron desatendidas, dio paso a que Grau ingresara a la política representando a Paita entre los años 1876 a 1878.
Al estallar la guerra doña Dolores Cavero de Grau tenía entre sus brazos al último de sus 10 hijos, que resintió la ausencia de su padre con tan solo ocho meses y medio al momento del fallecimiento del Héroe. 
El 16 de mayo de 1879 partió Grau hacia Arica. El 21 de mayo de 1879 trabó su primer combate. Ese día entro el Huáscar a Iquique y cañoneó dos horas infructuosamente con la Esmeralda, porque sus proyectiles no alcanzaban el blanco debido a la pésima calidad de los artilleros. Entonces Grau comprendió que para ganar ese combate era necesario embestir a la corbeta con el espolón del Huáscar. Lo hizo tres veces, y con aquellos “tres asaltos” partió en dos a la embarcación, mientras en la cubierta quedaba tendido el cuerpo del comandante Arturo Prat. 
En junio de 1879 Grau regresó a Lima burlando la persecución del Cochrane, Blanco encalada y Magallanes. A su arribo al Callao, Grau y el Huáscar fueron merecedores de halagos y festejos. El entusiasmo de los limeños no se dejó esperar. En uno de los muchos banquetes dados en su honor, dijo una vez: “Todo lo que puedo ofrecer en retribución de estas manifestaciones abrumadoras es que si el Huáscar no regresa triunfante al Callao tampoco yo regresare”
Hechas las reparaciones al Huáscar, partió Grau del Callao a mediados de Julio de 1879. Partió a batirse en aquel mar que hoy lleva su nombre, partió hacia aquel circulo de la muerte que lo enrumbaría hacia la gloria el 08 de octubre de 1879, aquella es historia conocida por todos.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Los días del silencio(...) 18 de enero

Hoy he intentado una y otra vez poder escribir sin éxito alguno. He escrito 18 veces y 18 veces he borrado la mediocridad que el aburrimiento inspira en esta torpe cabeza, que nada es capaz de escribir.

 

El 18 de enero ha llegado y en verdad no quería que llegue. Pues sabia secretamente que sería el más gris entre los grises. Y es que quiero escribir lo que en silencio grita mi alma, pero nada se puede hacer cuando lo que digo es lo mismo de siempre. Se me acabaron las historias y las opiniones. Nada soy capaz de escribir y mucho menos publicar.

 

¡Qué triste es tu vida! me decía hoy una amiga. Robándome la frase que le repito día con día. Qué triste que vivas de recuerdos, mientras eres prisionero del silencio que te golpea día con día.  Mientras tanto sigo atrapado en las redes del aburrimiento que le gano el paso a los insípidos días del silencio. Y es que finalmente los días del silencio terminaron con cualquier intento que tengo por escribir y los del aburrimiento fulminaron lo poco que aún quedaba.

 

Mientras tanto me he quedado atrapado en el Centenario del nacimiento del gran José María Arguedas y es que por casualidades de la vida hoy 18 de enero nació uno de los hombres más importantes del siglo XX en el Perú.

 

Leo y releo el zorro de arriba y de abajo y recojo aquellas palabras de su testamento:(...) yo si no escribo me mato (...) Lo cierto es que yo no me matare, pero parece que ando muerto en vida. Sin palabras, sin textos que guarden lógica o que digan realmente lo que siento.

 

Pero que puedo escribir, si todo cuanto tengo ya lo dije. Han llegado los días del silencio y no hay nada más por decir que desear que seas Feliz. 

 

 


lunes, 30 de marzo de 2020

La gran peste


Los libros de historia,  literatura, e incluso la biblia, están llenos de relatos acerca de plagas, pestes y   pandemias. De enfermedades raras que atacaron a la humanidad, de ángeles de la muerte que tomaron al primogénito de cada familia, de grandes fiebres y sangre contaminada que acabaron con el gran imperio romano, de pestes negras que exterminaron la mitad de la población de Europa, o de simples gripes que casi destruyen  al hombre del nuevo mundo.

En aquellos tiempos la peste viajó por mar, a través de barcos, en su mayoría de veces. Sus portadores solían ser comerciantes, guerreros, o conquistadores. Viajaba tan rápido como el mar se los permitía.  El mundo era aún muy grande, así que los viajes de la enfermedad fueron largos en el tiempo. 

Aquel viejo mundo no estaba conectado como el de hoy; así que la enfermedad no atacó a todo el mundo por igual, algunas ciudades no fueron atacadas de sobremanera, pero al fin y al cabo todos los hombres conocieron y sintieron aquel mal que no sabían explicar y  mucho menos curar.

Desde entonces, el hombre busco un culpable. Lo encontró en diversos lugares, orígenes y formas: el Asia, los judíos, la herejía, la brujería (que ahora la conocemos como ciencia), en Dios, en los animales, y en todo lo que pudiera servir para encontrar a quien culpar y maldecir sobre su suerte. 

A pesar de lo que creemos la palabra peste no significa otra cosa que enfermedad, deriva del latín “pestis” y puede también ser interpretada como epidemia. La peste es tan vieja como el hombre mismo. A aparecido y desaparecido junto con las civilizaciones, con el viejo y nuevo mundo.

A diferencia del pasado, el COVID-19 no solo  viajó por mar, sino por tierra y aire. Viajó a una velocidad espeluznante, aunque por suerte no tan rápido como la mayoría de las cosas en el mundo actual.  La tierra mantiene el mismo tamaño que hace siglos, pero en la práctica es cada vez más pequeño. El hombre viaja por el mundo a velocidades inimaginables y lo que daña a un hombre en un continente  puede tener consecuencias en un hombre al otro lado del mundo. 

Si el hombre y las cosas viajan rápidamente, el conocimiento lo hace exponencialmente mucho más rápido. Hoy la información viaja a una velocidad que jamás se podría haber imaginado. Viaja tan rápido, que cuando una noticia llega a todo el mundo en cuestión de minutos, se dice que se ha convertido en un viral. Por supuesto esta denominación viene en referencia a que se propaga tan rápido como un virus (en griego toxina o veneno); y, en este caso el vector de transmisión es la internet. En el caso del COVID, su mayor vector de transmisión son las personas.

El hombre ha sido desde siempre el origen y causa de las cosas en el mundo. Construyó y destruyó ciudades, formó y destruyo civilizaciones, aprobó y reprobó ideas, filosofías, creencias, religiones, y todo lo que pudo o puede controlar. Levantó muros, protegió a unos  y condenó al ostracismo a otros. Destruyó o minimizó todo aquello que desconocía o creía peligroso: la ciencia, la moral, la humanidad, la religión, etc. 

El hombre del 2020 no está lejos del hombre antiguo. Por redes sociales veo como se busca culpables: desde el presidente de la republica hasta el inmigrante. Por alguna razón una parte acéfala de la sociedad culpa de todo lo que pasa al hombre de la sierra. Como si el hecho de ser serrano fuera un pecado. 

Otros exigen que cierren las fronteras, que se levanten muros y que nadie entre. No importa si es una madre la que se quedó fuera y lo único que está haciendo es tratar de reunirse con sus hijos. No importa si el que se quedó fuera, no tiene para sobrevivir en un lugar que no es el suyo. No importa, ¡que se jodan, primero soy yo!  ¡Que encierren a los enfermos, que los maten dicen otros! muerto el perro acabada la rabia, exclaman. 

¡Esos somos los humanos, la gran peste! El mundo ha cambiado mucho desde las primeras civilizaciones, pero cuando la muerte toca nuestra puerta, muchos vuelven a ser irracionales, salvajes, sobrevivientes. Dicen que los momentos difíciles sacan lo mejor o peor de las personas, parece ser que hoy, algunas están dispuestas a que otros mueran con tal de salvarse. ¡Sera la historia quien nos juzgara!