Por: Juan Carlos Cuya Velarde

Por: Juan Carlos Cuya Velarde
muchas historias entretejidas...olvidadas...perdidas

Tras el silencioso recorrido del capullina...se van tejiendo y contando historias en secreto pecado.

Por: Juan Carlos Cuya Velarde


jueves, 14 de junio de 2012

El pacto se rompió y el pequeño colibrí andino.


El pacto se rompió y el pequeño colibrí andino.

     Se presentó en aquella noche fría, penetro el mundo que creía impenetrable. Encontró su reino creado bajo el alejado recuerdo.  Era sin duda un mensajero ancestral, investido de una gran tarea y convertido en un pequeño picaflor andino.

Sus alas agotadas denotaban un largo viaje por el tiempo. Su cabecita era de tres colores y su cara roja como la arcilla de invierno. Su pequeño cuerpo, blanco con bordes cobrizos, imprimía su insigne adultez. Aquel peculiar e imperceptible sonido que lo acompañaba despertó la primera sospecha de aquella inesperada visita.

Se detuvo el extraño y entrañable mensajero, observó a su alrededor y encontró todo aquello que alguna vez creyó perdido. Reconoció que aquel a quien venía a buscar era el destinatario de su mensaje. Dejó de observar todo a su alrededor y fijó sus negros ojos ante él, y empezó a contarle entonces la razón de su presencia.

El gran transformador “Pacha Kutiy Inqa Yupanki” me ha enviado, desea volver a hablar contigo. Dice que ha llegado la hora de “romper el pacto” y de permitirte volver a su imperio, en lo alto de las montañas. Sabe que tu mundo y el suyo han cambiado. Que los ríos inundados por lágrimas lluviosas se han secado y que ya no hay riesgo para ti en él. Romperá el viejo pacto y regresaras a los andes. Deberás sin embargo dejar para siempre aquella forma animal a la que fuiste condenado, aquel ser quedara por siempre encerrado   y tomaras esta vez la gracia de sus hijos amados. 

Waxcha-“khuyax” [1] (Amador de los pobres, misericordioso) será tu nuevo nombre entre los runas[2]. Mi dios Pacha Kutiy tiene un nuevo plan para ti: caminaras en su mundo, compartirás el quichua, pero jamás deberás volver hacia atrás, pues corres el peligro de chocar con tu alma y caer en mantsakay[3].  Tomaras tus dones y compartirás nuevamente tu magia con el capulí, las rosas, los ríos, los Apus, y  podrás moverte entre el mundo de los aya[4] .

Deberás partir pronto, pues han pasado tres largos años desde aquel día. Pacha Kutiy te estará esperando en su montaña más joven, “Huayna Picchu”. Largo y peligroso será el camino, recorrerás sus tierras entre sus grandes murallas de piedra, oirás a lo lejos al “rio gritón” y ensordecerás mientras te acerques, retaras los pasos de viejos generales incas y a la muerte que tanto camino ha ganado a lo largo de los años.

Caminaras entre peligrosos gigantes de piedra verde que esconderán a tus ojos la majestuosidad de su reino, hasta que logres superar los tres mundos que te llevarán a su fin o al de los tuyos.

Descenderás  primero hasta el Uku Pacha (mundo de abajo o mundo de los muertos) y aprenderás de ellos el conocimiento guardado por siglos, caminaras entre los hombres por la Kay Pacha (mundo del presente y de aquí) y si lo logras, entonces  encontraras por fin el camino  final, al cruzar “el  puente hecho de pelo” y ahí te mostrara ante tus ojos  el Hanan Pacha (mundo de arriba, celestial o supraterrenal) donde te estarán esperando  los dioses  Viracocha, Inti, Mama Quilla, Pachacamac, Mama Cocha y aquellos que alguna vez te llamaron entre el silencio que aguardo tu triste partida.

Aquel mensajero había terminado su encomienda al narrar entre sombras y en forma de trinos aquel tan inesperado nuevo pacto. Se disponía a partir el jilguero andino, sin detenerse a mirar por última vez al que había sido ungido.

Aquel hombre guardo silencio durante largos minutos, sus grandes ojos –empequeñecidos- reflejaban el pedido de que no partiera aún. Su garganta parecía seca y sus labios quedaron sellados intempestivamente.  Solo su frágil posición hacía sospechar que se encontraba realmente meditando lo oído. Pedía en aquel silencio un tiempo, un momento para responder el llamado y saber si en verdad  quería romper el pacto y abandonar para siempre el mundo que había creado lejos del banquete de recuerdos muertos.

Espero mientras ello y recordó en un antiguo trino aquellos años pasados. Revivió con su canto, nostalgias muertas y pérdidas. Incrusto dolor ajeno entre sonrisas lejanas y agridulces para el alma. El canto se asemejaba a un viejo huayno que narra viejas guerras del alma que enfrentaron torturas, silencio y soledad. Miro al que tenía al frente y en su rostro hayo dos sentimientos contrapuestos que intrigaban cada vez más su esencia. Comprendió al mirar sus ojos que en uno vivía una tristeza acumulada en el tiempo y en el otro se aferraba a una alegría de saber que terminaría lo que había empezado.

Partió el colibrí sin respuesta, pues el tiempo se había acabado. Sin embargo, en silencio repetía: atrás de las montañas del Vilcabamba hay un gran secreto para ti, ve y descúbrelo, ve y descúbrelo, descúbrelo, (…)  



[1] Probablemente el origen de mi apellido khuyax – CUYA- misericordioso
[2] Hombre en quechua
[3] susto
[4] Muertos.