Por: Juan Carlos Cuya Velarde

Por: Juan Carlos Cuya Velarde
muchas historias entretejidas...olvidadas...perdidas

Tras el silencioso recorrido del capullina...se van tejiendo y contando historias en secreto pecado.

Por: Juan Carlos Cuya Velarde


miércoles, 19 de marzo de 2014

CARTAS A PIÉROLA (SOBRE LA OCUPACIÓN CHILENA DE LIMA.

CARTAS A PIÉROLASOBRE LA OCUPACIÓN CHILENA DE LIMA.


Extraordinario libro llevado a manos de todo apasionado de la Guerra del Pacifico, por  el excelente editor salvadoreño, Carlos Milla Batres[1]. Libro que vio la luz en una primera edición de 1964, y secundada por  la edición del año 1979[2]. Año en el que el Perú recordara, con profundo dolor y aún con la ilusión de resarcir el nombre del país, el centenario de aquellos lamentables días para la historia del Perú Republicano.

En este pequeño libro, prologado por otra gran hombre de la historia peruana, don Rubén Vargas Ugarte. Encontraremos el registro epistolar de las cartas que dirigiera el célebre y recordado hombre de las letras peruanas, Don Ricardo Palma Carrillo[3] .Aquellas cartas, que fueran donadas por los herederos de Piérola al célebre historiador Rubén Vargas Ugarte[4], contienen las continuas y expresivas comunicaciones que dirigiera el “bibliotecario Mendigo” al califa[5], durante la ocupación de Lima por el ejército Chileno hasta el tiempo en que le tocara reconstruir la Biblioteca Nacional, durante el periodo post-guerra. Estas que en total, suman   43 epístolas no solo  muestran a un enfurecido y decepcionado Ricardo Palma, tras los atroces actos que veía sufrir a su adorada ciudad de Lima, sino también, rebela el ímpetu con el que el escritor alienta e incentiva al califa para tomar venganza respecto del ejército invasor y su ilusión de ver al Perú obtener la victoria que la había sido ajena.
Aquellas, a veces largas y otras breves cartas, dirigidas por el escritor Ricardo Palma  permiten al lector, trasladarse por un momento a aquellos penosos días de ocupación limeña. Dado que a través de ellas, no solo Palma narra lo sucedido dentro de la ciudad de Lima, sino que además servían como el bien lo dice, como reporte de los principales hechos acaecidos en la ciudad de Lima, durante aquellos días. Estas, no solo contienen  la descripción  detallada de los vejámenes que sufrían los peruanos a manos de los embriagados, de licor y poder, soldados chilenos; sino que además contienen la síntesis de los últimos acontecimientos políticos que se presentaban en la ciudad de Lima. Abarcaba entre sus temas, el del gobierno de la Magdalena presidido por don Francisco García Calderón, las acciones que el “brujo de los andes” sostenía en la sierra peruana, de la necesidad de que Piérola apoyara la subsistencia de el diario “El canal[6]” que desde Panamá apoyaba la necesidad de la defensa del Perú y más.
Sin embargo, aquellas cartas no solo proporcionan datos interesantes de aquel momento de la historia del Perú; sino que además, permite conocer otro lado desconocido del escritor peruano. Aquel que presenta a don Ricardo Palma, como un hombre dolido en lo más profundo de su ser, por el estado en que se encuentra su amada patria; por la actitud cobarde que el encuentra en los habitantes de este país, al no levantarse en armas contra el ejército invasor y preferir ocultarse en sus casas. Muestra también en efecto, a un Ricardo Palma deseoso de unirse a la guerra al lado del que en todo momento, muestra señas de considerar como  el hombre que el Perú necesita para voltear la página de tan doloroso momento, Piérola. Por medio de estas cartas, don Ricardo Palma manifiesta en todo momento el deseo de ser partícipe de la esperanza de vengar al Perú contra el ejército invasor, pero también evidencia que hay algo que lo detuvo en todo momento y es el hecho de poder dejar a su familia en un estado económico que le permita sobrevivir sin él, en aquellos terribles días. Ni uno ni lo otro se presentó en aquel momento.
A lo largo de estas cartas, Palma se muestra no solo apasionado por la necesidad de venganza, sino también muestra  al  hombre de política, decidido a intervenir en ella si la patria lo demanda  y si Piérola lo concede.
Veremos además, no solo a aquel Palma que arriesgo su vida en cada una de las cartas que envía al califa; sino también a un Palma que al inicio muestra todas sus esperanzas en Piérola y que poco a poco va decepcionándose de aquel hombre que consideraba debía dirigir al Perú en tan inefables momentos. Mientras sus cartas van avanzando en el tiempo, va avanzando también su decepción por el silencio que tras ellas llegaba. Cada pedido y consejo que este daba a Piérola, parecían no tener eco en la mente del “califa” y cada día palma parece tener menos esperanza de un futuro favorable para el Perú.
Aquellas epístolas, transformadas en un libro importantísimo para el estudio de la historia del Perú; no solo contienen material valioso para el estudioso peruano, sino que muestran además el sentir de los peruanos en aquellos días. Días oscuros, que personificados por Palma, desde el encierro de su propio hogar. Nos traslada por un momento, al dolor e impotencia, que aquel capítulo de la historia marco y seguirá marcando en cada uno de los peruanos.
Es en definitiva, esta edición un regalo para el lector y un aporte importantísimo para la historia de nuestro país. Pues no solo contiene datos importantes de la guerra, sino que además muestra en sus cartas finales, el trabajo que implico para palma la reconstrucción de la Biblioteca Nacional; y, más que ello, la admiración que Palma sentía por Piérola. Dado que, a pesar de perder toda esperanza sobre Piérola tras su partida a Francia  al declararse la costosa paz, entre Perú y chile. Palma vuelve a retomar su esperanza en Piérola, acompañándolo en su actividad como presidente del Perú en los años posteriores de la guerra.
Sera seguramente para muchos, difícil ver a Piérola como el hombre que salvaría al Perú. Dado que la historia actual, muestra lo terrible y pernicioso que demostró ser este hombre para con la patria. Sin embargo, el respeto que merece para con nosotros el nombre de don Ricardo Palma, hace que no nos permitamos siquiera cambiar algo que Palma dejo grabado entre sus Cartas.
Espero sinceramente, poder aportar este libro a todos ustedes. Será una tarea difícil, pero que pretendo asumir día con día.
Fénix.






[1] Nacido en el salvador, abandono la carrera de diplomático y su vocación literaria para editar libros. Falleció en el año 2004 y a él debemos agradecer que aún podamos encontrar libros de excelente calidad y aporte para la historia del Perú. En especial la Guerra del Pacifico. Seguramente si este país hubiera visto nacer dos o tres más hombres de la altura y desprendimiento de Milla Batres, hoy la investigación sobre la historia peruana estaría al alcance de todos. Sera entonces este hombre tan peruano como cualquiera.
[2] Libro que pudimos adquirir, no porque nuestras librerías de hoy, estén repletas de estos; sino gracias a aquellos vendedores de libros usados, que si bien no realizan una actividad legal en el país (me refiero al hecho que los venden en lo que se llamaría un mercado informal) no se podría acceder siquiera a uno de ellos.
[3] Segundo apellido obviado de la memoria de los hombres.
[4] Refiere don Carlos Millas Batres, en sus notas de edición que este archivo epistolar fue ofrecido a otros historiadores peruanos, sin que exista en estos, el ánimo de asumir la tarea de darlas a conocer al mundo.
[5] Como llamaban a Piérola. Hombre del que hay mucho por decir, algunos como el suscrito lo enmarcan dentro de lo que se llamaría el peor personaje de la historia peruana y otros lo resaltan, como el padre de la democracia en el Perú. La historia aún no ha terminado de dilucidar todo sobre este hombre, Sin embargo su nombre en la guerra del pacifico será siempre sinónimo de traición y desgracia.
[6] Ricardo Palma reclama y expone en todo momento la importancia de que el país cuente con un diario o siquiera pasquín, que aliente en todo momento el deseo de resarcimiento del pueblo peruano. Llevando entre sus páginas, la esperanza  a los hombres peruanos del sueño de victoria y  venganza sobre el ejército invasor. Reclamo que evidentemente era de importancia, pero que Piérola no supo manejar y mucho menos apoyar.

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