" Por la blanda arena que lame el mar...su pequeña huella no vuelve mas...un sendero solo de pena y silencio llego hasta el agua profunda (...) la canción que canta en el fondo oscuro del mar (...) la caracola (...) te vas alfonsina dormida vestida de mar"
(pedazo de una vieja canción de trova)
A llegado la hora de partir a casa y pareciera que no fuera así. Y es que a pesar de todo, mi corazón entiende que parte de él se que queda sobre la ligera brisa de este apacible puerto costero. Y de seguro en estos momentos mi alma me roba algunas sonrisas nostálgicas que sobre los buenos días ileños viví.
A llegado la esperada y ahora triste partida y dejo sobre las apacibles y perpendiculares callecitas ileñas el recuerdo de saber que en ellas a veces no se sabe si vienes o vas. Y es que estas se entrecruzan entre si de una manera singular y sobre las mismas es posible aún pasar frente a la tertulia de un grupo de viejos hombres de mar y ver en sus ojos la añoranza por la dura faena de pesca, que tantos recuerdos dejaron en sus días de mar y de seguro las aventuras de los ya lejanos días de viaje por los aguas de San Pedro pescador.
Dejo un poco más allá la plaza principal de la ciudad que se eleva imponente sobre la vista del casi siempre apacible mar. En aquella plaza queda aun resguardada con recelo por los ileños la antigua iglesia de la ciudad. Iglesia que a diferencia de las demás no fue construida sino ensamblada sobre los cimientos salados de la ciudad.
Aquella iglesia es la unión de piezas contra placadas (al estilo americano) y es esta una singular particularidad de este bello puerto. La iglesia es bella sobre todo en fiestas de navidad. Pues sus luces llenan de alegría los días de pesca y de profundo orgullo a los laboriosos ileños.
Es grato saber que aún se reúnen -como antaño- la gente porteña y los residentes foráneos a conversar, y en especial a disfrutar de un buen trago de coñac ileño. Dulce licor que no se puede dejar de disfrutar, aunque al final, corramos el riesgo de tener una sublime y bendita resaca.
Un poco más allá y sobre el simple caminar de la pequeña ciudad se poza a lo largo del mar, el Malecón costero, del cual disfrute una y otra vez. Robándome el placer de la brisa marina y regocijándome entre el arrullo de las olas que entonan su canto cuando rompen una y otra vez sobre el viejo muelle fiscal.
Dejo sobre la arena de Pozo de lisas el recuerdo de días de playa, en donde basta con estar dispuesto a disfrutar del sol, que nos regala su cielo azul, para vivir el momento más relajante de la vida ileña.
Aún recuerdo que un día casi deje mi vida sobre la brava mar, pero quiso Dios que no se apagara la luz de mis ojos en aquel día. Pues seguramente el bravo mar comprendía no era mi tiempo.
Imposible olvidar las tardes de Puerto Ingles (lugar en donde algunos dicen el almirante Grau escondía el “Huascar” para descansar en tiempos de guerra del pacifico). Aquel puerto es particularmente helado, pero sus aguas relajan como ninguna y es imposible evitar la osadía de lanzarse sobre una de las tablas de clavados que aquel puerto de piratas nos regala.
Disfrute recorriendo los aún llamados jirones Abtao, Callao, Zepita y Pichincha o la pequeña callecita Grau, que une el camino de ciudad nueva al puerto.
Me voy con la sensación de haber dejado pocos amigos, pero si los mejores amigos que la vida te puede brindar. Como olvidar el cotorreo con mis grandes amigos de trabajo, como Don Felix Contreras (popi) famoso “don juan” y gallero de pura cepa, con quien disfrute de grandes anécdotas y reí incansablemente con cada uno de ellos. Valore el amor que brinda doña Maritza Perea para con los suyos y me regocije de sus recuerdos. Sobre todo el de saber, tiempo después, que es y fue una de las mujeres más bellas de este puerto de sirenas. Disfrute de ir de pesca con mi amigo Martin Lea, antaño mataperrero del puerto y hoy un gran hombre de familia.
Dejo también el recuerdo de las noches de mataperradas con mi amigo Ruben Eli Quispetira. Cómplice de resacas y días de playa. A quien le agradezco el haber podido conocer a grandes amigas como doña leenni rodriguez y la chinita de los ojos y por supuesto también, y lamentablemente, al hombre hecho de bilis "rotherick"(mentira amigo).
Además, el trabajo me deja grandes amigos contadores como Cristhina Laura y el gran Frank Carpio a quienes agradezco las palabras de aliento que me supieron dar.
Recuerdos de Ilo llevare de seguro por siempre en mi corazón, pero uno en particular añorare con profunda melancolía. Y es que este pujante puerto me regalo cada día la mejor de las vistas. Y es que no se puede olvidar que desde la antigua ventana de mi cuarto pude despertar cada mañana viendo el mar pixelado de multicolores, compuestos de gaviotas, lobos de mar y los infaltables barcos y chalanas, y de noche ir a dormir no sin antes oír a los barcos llegar y ver la ciudad entera llena de luces sin par. Y el reventar de las olas que me anunciaban, que aquella noche era uno de luna llena digna de observar.
La despedida es triste e insípida este día, seguramente. Pero he comprendido de verdad que el mundo es maravilloso, y sería mezquino pretender vivir por siempre en un solo lugar, cuando el mundo te espera y ofrece cada día una nueva aventura. Ahora partiré a Tacna y muy pronto una nueva ciudad me esperara.
Por aquellos buenos recuerdos y por los eternos amigos. No me queda nada más que agradecerte puerto de Ilo. Por los recuerdos que me permites llevar y los anécdotas que seguramente algún día a mis nietos he de contar.
como q DOÑA? q asi ya nos llevamos??? jajajaja!!!!
ResponderEliminaraunq mi orientador favorito se me vaya seguire sus experiencias vividas mediante sus historias q tanto me gustan...
un abrazo enorme!!!!
L.R.V.
Gracias mi gran amigo por haber pintado mi puerto querido de una manera muy singular, y que la dibujes con los ojos del alma. Aqui tambien se te extrañara un montonal, amigo roñoso, testaduro y soñador... Te quiere a la distancia, muchos besos y apapachos de osita polar. Suerte en tu nuevo caminar...TE LO MERECES!!!!!!!!!!
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