A inicios de la década de los setenta, aproximadamente en 1972, ocurrió en el apacible valle de Ite -perteneciente a la provincia de Tacna- un hecho inusitado, de esos que no son posibles de explicar por quienes lo presenciaron. El lugar del suceso se encuentra ubicado exactamente en el sector denominado Pampa Baja, en la chacra de don Salomon Velarde Manrique; cuya extensión se encuentra cercana a la costa y desde donde es posible ver los barcos navegando como pequeños navíos de juguete que aparecen y desaparecen en el horizonte.
Una mañana de un domingo
cualquiera, en el que la familia Velarde se encontraba atendiendo las tareas
del hogar pendientes, alejada de los trabajos del campo, apareció ante ellos
un extraño visitante. Era un hombre
alto, de tez morena, de cabello corto y rizado, entre negro y cano, lo que hacía presumir que se trataba de una persona de poco más de 50 años. Vestía una
sencilla camisa celeste y un pantaloncillo por demás inusual, y al decir esto nos
referimos a lo corto de los mismos, semejantes a los pantalones de un pirata. Pues
solo alcanzaban a cubrir parte de sus piernas, dejando al desnudo sus tobillos,
que eran la antesala a sus pies descalzos.
Se presento señalando que era de Panamá y que el
barco en que viajaba había naufragado frente a estas costas. “No tengo nada,
lo he perdido todo. Lo único que tengo, es esto”, les dijo. Al instante, saco una bolsa que llevaba
cargando en unas de sus manos. Parecía ser un pequeño saquillo, cuyo contenido,
no era otro que diversos y bellos relojes, brillantes como el oro.
“Me gustaría venderlos, los doy muy baratos”, señaló. El
precio era realmente cómodo. Don Salomon, extrañado por los sucesos, al igual
que su esposa, Zoila, su hijo Raul y sus pequeñas hijas Nancy y Maria Elena, no
dudo en ayudar al extraño y en comprar algunos de los relojes ofrecidos.
Hecho el trato, el hombre pregunto cómo podría
hacer para tomar un medio para llegar a la ciudad más cercana. Le informaron que
en Ite solo pasa un carro algunas veces por semana con destino a Tacna. Pero,
que si deseaba podía dirigirse camino arriba, en donde encontraría el sector
llamado Pampa Alta y en el que podría hallar quien lo lleve a Tacna.
El extraño visitante agradeció la ayuda y la
información, partiendo sobre el camino señalado. Doña Zoila, apenada por el hecho, inquirió a
su esposo: "¿Por qué no les has comprado todos los relojes? Están baratos y ese
hombre necesita ayuda" Las hijas, en coro, replicaron, “si papá cómprale todos
los relojes”.
"¡Vayan a buscarlo entonces! -contesto don
Salomón-, debe estar muy cerca en el camino", y corrieron las niñas junto a su
hermano mayor a buscar al forastero. El camino era único, así que pronto lo
encontrarían, pero por mas que lo buscaron, no pudieron dar con él. Don
Salomón pregunto a sus vecinos si lo habían visto, con resultado negativo. Poco
después preguntó en el pueblo si había llegado un hombre extraño buscando un
carro para Tacna, y la respuesta fue la misma. Nadie ha visto al hombre.
Lo cierto es que aquel hombre apareció y
desapareció de la casa de los Velarde como un fantasma. Los relojes, por seguro,
no fueron una ilusión: las niñas y la familia disfruto de ellos durante mucho
tiempo. Nunca supieron si quizás tenían un tesoro en sus manos o si en verdad
el extraño vendedor de relojes era o no un fantasma.
Esta historia la he contado tal y como me la
contó mi madre, Doña Maria Elena Velarde Herrera. La chacra de los Velarde aun
existe, así que quizás un día volvamos a ver al forastero de vuelta.
Autor: Juan Carlos Cuya Velarde
imagen: Tomada del facebook de la Municipalidad distrital de Ite. Créditos a su autor.
Publicado en diario "Sin Fronteras", en Tacna al 31 de agosto del 2021.
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