“Cantare y alabare a Dios, recordando que ahora estarás, por siempre entre sus cantos”
De seguro, la despedida a un amigo es un momento realmente duro para el alma. De un momento a otro, el tiempo arranca la sonrisa de tu rostro y el mundo queda en completo vació. Y aquello es aún mayor cuando ha partido un amigo como tu: Jorge Eduardo Oporto Ayca.
Seguramente quedara por siempre en mi memoria aquel 23 de abril, pues la mañana empezó con la noticia más triste que nunca quise oír. Me dijeron, entre lágrimas, que habías partido. Seguramente, tras la recompensa de la gloria de Dios amigo mío.
Escuche y me resiste a creer de tu partida. Sombras entristecieron mi alma y me confortaba pensando que seguramente, como dicen, ahora estarás tocando en el cielo alabanzas a Dios. Aunque los que aún quedamos, te extrañaremos por siempre.
Te recuerdo querido amigo, con aquella sonrisa que a pesar de los golpes de la vida, supiste siempre regalarnos.
Larguirucho como ninguno, envuelto siempre en tu jean celeste, que con una camisa a cuadros y un polo casual (de bajo) conformaban tu look habitual y como olvidar aquella cruz de madera, que por siempre vi colgar de tu pecho, como si estuviera unida a ti.
Larguirucho como ninguno, envuelto siempre en tu jean celeste, que con una camisa a cuadros y un polo casual (de bajo) conformaban tu look habitual y como olvidar aquella cruz de madera, que por siempre vi colgar de tu pecho, como si estuviera unida a ti.
Por supuesto amigo mío, te recuerdo llevando por donde fueras, a tu inseparable compañera: tu guitarra. Resguardada en su forro negro, de donde te veía sacar siempre tus cuadernos, repletos de canciones y notas. Infaltable, alguna cuerda de reemplazo, para suplantar aquellas que por tantos rasgueos se terminaban por vencer ante tus cantos.
Te veía caminar de un lado a otro, dispuesto siempre ha acompañar cuanto misa en templo o zona hubiera. Acostumbrado a llevar serenatas, amenizar reuniones, jornada de jóvenes o quizás llevando consuelo a quienes que con profundo dolor, sufrían la partida de un ser querido. Recuerdo verte siempre apurado por todo aquello y me decías: Me voy, tengo que ir a tocar, a misa. Seguramente, aquellas misas, no serán las mismas de siempre. Pero tu voz aún resonara entre las paredes que guardaran por siempre tu canto.
Si no estabas caminando de un lado a otro, te recuerdo sentado en los alrededores de tu querida iglesia, San Martin de Porres. Una pierna estirada y la otra dando soporte a tu guitarra, estabas seguramente afinando sus cuerdas. Siempre dispuesto a regalar una canción a tus amigos o enseñando a los jóvenes a tocar y cantar. Forjador del coro, que fue y será siempre tu mayor preocupación y algunas veces tu mayor dolor de cabeza. No cantan nada decías (…) pero siempre tuviste una palabra de aliento para ellos y seguramente aveces ahorcaste a alguno. Y es que esa fue siempre la muestra de que aquel, había ganado en ti, a un amigo.
Compartimos grandes conversaciones y en cada una de ellas no pude nunca arrancar una mala intención en tus palabras o tan siquiera un pensamiento equivocado. Reíamos juntos y pese a que trataba de encontrarte algún error, nunca lo logre. Solía, casi siempre, terminar aquel aventurado objetivo, ahorcado por tus largas manos y me robabas con ello una sonrisa. Pues, una vez más, había logrado amigo mío: Hacerte desesperar. Terminado aquello, reíamos y comenzábamos de nuevo aquel ritual. Te acompañe también a muchas misas, tan solo por disfrutar el tocar el bombo a tu lado y compartimos tardes de confirmación, con los jovenes en quienes tanto creías.
Aquella noche de tu despedida, me consolé sabiendo: Que toda tu iglesia iba llegando de a pocos ante ti, dispuesta a brindarte la despedida que tanto te merecías. Y como no lo dude nunca: te llenaron de flores, cantos y alabanzas, que no cesaron durante aquella inconsolable despedida.
Vi orar frente a ti, a niños, jóvenes y adultos. Generaciones de parroquianos regresaron nuevamente a la casa de Dios, tan solo por elevar una oración hacia tu alma amigo mío. Aún me parecía escuchar tu voz entre los cantos que acompañaban tus exequias.
Cerca de las doce de la noche, acabada una de las tantas homilías que tus amigos no te dejaron de entregar, entramos en grupo hacia donde aún descansabas. Y al son de una guitarra y al golpe de un tambor comenzamos las alabanzas, que con tanto amor, nos solías regalar. Quizás, muchos sentimos nuevamente palpitar el corazón con aquello y nuestras manos sudar. Pues aquellas canciones habían terminado en el recuerdo de viejos buenos tiempos. Y es que volverieron a nuestras vidas, trayendo consigo: los grandes momentos vividos, al lado de un amigo.
De seguramente, así te hubiera gustado que fuera aquella despedida. Escuche decir: (…) que entre tantas cosas que nos encomendaste (…) le dijiste a alguien que si un día partieras, no lloráramos. Que tan solo, querías vernos cantar y bailar.
Déjame decirte amigo mío, que no pudimos contener las lágrimas que ahogaban nuestras gargantas. Pero si te regalamos aquellas canciones que tanto te gustaban. Cantamos y bailamos cuanto pudimos, con la sola esperanza que aquella música te acompañe hacia el camino que te toco emprender.
Seguía siempre por costumbre tu facebook y nunca deje de regocijarme de alegría y sobre todo de orgullo, al saber que a pesar de todo y de las necesidades de la vida, continuabas en aquella iglesia en donde te encontré por primera vez. Veía como aquellos que te acompañamos en algún momento, ya habíamos desaparecido de aquella misión que tenias en Cristo. Pero te encargaste de encontrar nuevos soldados de Dios y continuabas trabajando incansablemente por aquellos que más alegría necesitaban.
Fue así que hace muchos años atrás, cuando grupos como: Cristo revelado, JUC o seguimiento habían desaparecido, tú continuaste con la larga y difícil tarea de mantener tu grupo.
Aquel, que tantas satisfacciones y desprendimientos te demandaron. Fundaste y sostuviste por siempre “FE y LUZ”. Un grupo de jóvenes que tiene como bondadosa tarea: la de llevar alegría y esperanza a niños especiales. Estoy seguro que aquellas nobles almas han sentido dentro de su bondad, la más pura tristeza, por tu entrañable partida.
Recordare por siempre tu extraordinaria sencillez y es que si bien dicen, que nadie es irremplazable, estoy seguro amigo mío, que tu si lo eras.
Aquel, domingo de resurrección, partiste como un grande. El propio obispo de tu diócesis vino a darte la despedida, acompañado de sus sacerdotes (amigos tuyos) y una multitud vino a darte, entre lágrimas, la despedida. Centenares de pasos seguían, quizás, tu último paseo por tus calles de Tacna. .
Te acompañamos entre cantos y alabanzas, a tu última morada. Mientras las lagrimas trataban de mitigar el dolor que oprimía nuestros corazones. Rostros desconsolados, ojos llorosos, lamentos profundos, guitarra de flores, pancartas con tu rostro y vestiduras negras inundaron la calle San Camilo y a tu paso todos aquellos, que te vieron pasar cargado entre hombros, comprendían que en ese día, había partido un grande.
Llegado el momento, aquellos cientos se convirtieron en el pueblo de Dios. Dándote así, la ultima despedida. Y al llegar, se escucho a lo lejos aquella canción: Tú eres mí hermano del alma, realmente mi amigo. Que en todo camino y jornada esta siempre conmigo (…) aunque eres un hombre, aún tienes el alma de niño (…) en ciertos momentos difíciles que hay en la vida (…) buscamos a quien nos ayude a encontrar la salida y aquellas palabras de fuerza que siempre me has dado, me da la certeza de que siempre estarás a mi lado. Vives y vivirás por siempre en nuestros corazones (…) no preciso de decir todo eso que te digo (…) pero es bueno así decir que serás siempre mi gran Amigo Jorge Oporto.
Me quedo finalmente con tres cosas amigo mío: primero que lograste una vez más tu objetivo, reunir a todos tus amigos, como siempre lo quisiste. Aunque para ello, hayamos sufrido tu partida. Segundo, que partiste de la mejor manera, sin sufrir, porque no lo merecías y seguramente como querías, sin dar ningún problema a los que tanto te amaron. Y Finalmente, como dijeron aquel día de tu despedida: gustosos hubiéramos dado nuestra vida, para que continuaras en este mundo.
Tu eres realmente el más cierto de horas inciertas, "Jorgito”
Interesante homenaje para el que se ha ido, para quedarse entre sus familiares y amistades. Una persona muere definitivamente, sólo cuando se olvida. Es el segundo artículo que leo en internet, en torno al extinto amicus Jorge.
ResponderEliminarMis sinceras condolencias, duele la partida física; imposible aceptar su partida. Paz en su tumba, resignación para sus seres amados
Inclinamos la cerviz, en señal de dolor
yer
Aún no lo puedo creer, pero Jorge está en un lugar donde no habrá más tristeza ni rencores... él está en cada uno de nosotros, en cada recuerdo, en cada jalada de cabello que me daba cuando se iba de la parroquia, la parroquia, aquellos tiempos que fuí catecúmena y por poquito tiempo catequista, pero q me dio a pesar de todo amigos muy especiales, entre ellos la bondad y sinceridad de Jorgito. Grande Jorgito! Un gran amigo y guitarrista :) .. Giss.
ResponderEliminarSinceramnete es muy triste la partida de un buen amigo pero ganamos un angel en el cielo...el señor lo debe tener a su lado oyendo su guitarra y sus cantos, condolencia la familia de la parroquia San Martín de Porres...
ResponderEliminarJorge se que la ultima ves q estuve en Tacna solo nos saludamos y siempre quedo pendiente sentarnos a hablar como en los viejos tiempos cuando aun vivia en tacna..nunca olvidare tus consejos e historias..ni las clases de guitarra q nunca me cobraste,ni aquella canción q me cantaste llamada "corazon"..eras un gran amigo..de aquellos q jamas olvidare..te extrañare y los días en Tacna no serán los mismos sin ti..y se que siempre esperaré verte pasar frente a mi casa rumbo a la parroquia como lo hacias todos los días ,con aquella sonrisa q robaba una sonrisa mia..hasta siempre,por que siempre estaras en mi corazon.
ResponderEliminarNathy
Este hombre ha dejado un ejemplo de vida para todos aquellos q compartieron sus momentos juntos, también para quienes como yo no tuvimos esa suerte pero sabemos de su entrega para con toda su comunidad. Siento una completa admiración por él, una persona que es testimonio real de: quien tiene a Dios en su vida no muere jamás. Jorge Vivirá siempre en cada corazón que tocó y en todos aquellos q conocerán del "angel cantor". =´)
ResponderEliminarMe acuerdo de Jorge en la iglesia San Martín de Porres. Lo primero que se me viene a la mente es una persona ligera y alegre.
ResponderEliminarMe sorprendió la noticia.
siempre fue un angel que estuvo entre nosotros.. pero alzo las alas y volo a donde realmente pertenece...al lado del señor
ResponderEliminarmuchas gracias por aportar estos comentarios en este articulo que hice para un gran amigo que estoy seguro en algún momento volveremos a encontrar...
ResponderEliminar....yoperteneci a JUC ....justo andaba buscando informacion del grupo o de la parroquia....y me encuentro con esto...vi sus fotos lei el articulo y aun no salgo de mi asombro
ResponderEliminarbuenas noches, muy bonitas palabras para un gran amigo como es jorge, la verdad esta noticia es como un baldaso de agua, lo siento mucho me entero hoy 04 de enero 2015, de verdad lo siento, jorge es mi promoción del IST vigil de Tacna, gracias amigo , descansa en Paz.
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