Por: Juan Carlos Cuya Velarde

Por: Juan Carlos Cuya Velarde
muchas historias entretejidas...olvidadas...perdidas

Tras el silencioso recorrido del capullina...se van tejiendo y contando historias en secreto pecado.

Por: Juan Carlos Cuya Velarde


domingo, 7 de agosto de 2011

historias entrelazadas


Juan continuaba  como era casi común en todos sus días, buscando aquella respuesta  al destino adverso que le toco vivir. Habían transcurridos dos años desde el día en que el infortunio toco a su puerta.  Desde aquello no había hechos mas que escapar del destino y sobrevivía  esquivando cualquier oportunidad que pudiera significar un error más.

Había decido abrir sus alas solo el día que el corazón le hiciera entender que era hora de volver a volar. Mientras tanto sus alas replegadas se mimetizarían a su dorso, esperando el día de volver a surcar los aires del amor.

Aquellos años le habían mostrado que la verdadera felicidad se encontraba lejana a aquello que alguna vez creyó cierto. El dolor le enseño que el amor, el verdadero amor, era aquel que estaba dispuesto a ceder en busca de la felicidad del que se ama.

El tiempo le enseño que amar no es solo pasión, sino, que subversivamente incluía mucho más que palabras y paradigmas. Que el amor  no era tan solo dejar que sus labios pronunciaran  aquella palabra. Sino que encubría el infinito deseo de permanecer por siempre a su lado.

La soledad le mostró que no se puede amar sin respetar y admirar. Que no es posible ser feliz si es que la persona a tu lado no lo es. Para entonces había olvidado el significado de la palabra  sexo y rememoraba día con día el momento en que su cuerpo volviera a respirar por el millón de poros obstruidos por la ausencia del cuerpo, que se estremeciera  ante sus caricias.

Juan vivía pensando que a pesar de todo lo aprendido ya no quedaba más que esperar a que el mundo volviera a tejar aquella madeja que lo uniría por siempre al destino de otra persona.

Desde entonces convirtió al amor en un cuento mítico,  que recorría las almas de aquellos que nunca siquiera entendieron el giro de la palabra amor. Que se enredaba en el polvo de torbellinos fugaces y que animaba el fuego perdido del alma.

Sin embargo y contra todo designio,  el destino le tendría deparado una nueva oportunidad. Un día cualquiera apareció frente a sus ojos una mujer con una historia entrelazada a su destino.  Era ella la dueña de dos hermosos ojos y de una sonrisa capaz de empalagar el mas agrio de los sabores.

A el le pareció bella desde la primera vez en que la vio, fijo sus ojos sobre ella  y le pareció que la había visto toda una vida. Le observo una y otra vez preguntándose ¿cómo? y ¿dónde la vio? Tras el silencio de sus recuerdos, comprendió que aquello no fue más que una simple casualidad. Pese a ello, sabía que aquellos acaramelados ojos lo habían visto alguna vez.

Tras aquella aparición, Juan decidió descentrelazar aquella historia de su vida. No era el momento ni el lugar para volverlo a intentar.  Decidió que  era mejor dejar las cosas en su lugar y no volver a poner en peligro la poca paz que había logrado encerrar.

El destino, era sin embargo adverso a toda decisión que  tomara. Ella empezó a aparecer en su vida. Toda decisión que el tomara por alejarla se convertía infructuosamente en una nueva oportunidad. Aprendió a ver el ver el resplandor capaz de cegar sus ojos, a buscarla entre el ruido de la multitud y escuchar su voz entre el silente bullicio.

Lamentablemente comenzó a entender que todo aquello no era más que un error del  complejo destino. Que a pesar de todo lo que podría sentir, aquello era simplemente difícil. Se preguntaba todos los días ¿si ella seria la mujer que el mundo le deparaba?

Aquellas dos historias comenzaron a entrelazarse entre la nostalgia que se  adueña de sus mundos. Comprendieron primero que los dos habían sufrido de igual y distinta manera. Que el mundo se había encargado de separarlos y unirlos en el momento y lugar inadecuado.


Las heridas que habían ya cerrado en el alma de el, eran aún, heridas  abiertas en el corazón de aquella.  Observo  que su alma aun contenía muchos demonios por apartar de su vida. Que las llagas del alma se encontraban aún ardiendo ante el inclemente fuego que solo los rayos del sol provocan. Y una vez más entendió que entrelazada a esa historia se encontraba la desgracia del imposible que gobernó los cuentos que alguna vez construyo.

Había encontrando una vez mas entonces, la  amargura del destino ajeno.  Sabía que era el momento de partir  y  terminar una vez más una  historia sin empezar.

Aquel amargo día, una llamada rompió el acostumbrado silencio. Tomo el teléfono y por primera vez escucho su voz entrecortada.  Era ella, le decía lo que siempre quiso escuchar: Que lo amaba, que quería hacer un mundo a su lado, que era todo lo que ella quería en su vida. Entonces escucho temerosamente cada palabra. Después de todo comprendía que aquellas palabras no eran necesariamente verdad. Trato de controlar su corazón frente aquello, pero infortunadamente no le fue posible

Aquella llamada termino con el fin de la noche. Sin embargo todo no fue más que un sueño. Al despertar comprendió que tal como lo pensó, todo no era más que una jugarreta del cruel destino. Que nada había pasado en realidad, que nada era más que una ilusión que su corazón quiso crear. Que los sueños a veces superan a la realidad. 

Juan despertó con aquella cruda verdad. Detuvo nuevamente el mundo y lo volvió al lugar donde pertenece. Le pidió que dejara de girar sobre su órbita y que se mantenga sobre el  eje inerte. Sin traer con ellos el día y la noche que presenta sobre    sus  hemisferios perturbantes.  Después de todo no era posible la coexistencia de dos mundos paralelos de dolor.

Juan asumio nuevamente aquello a lo que estaba acostumbrado.  Que el ventoso destino  volvió a entrelazar dos destinos que nunca se debieron encontrarse. Que hay  historias que no caben en un solo cuento. Que las princesas no se juntan con plebeyos, que los arco iris no pertenecen más que a los duendes y que los campos elíseos no son más que los campos del infierno de hades.

Finalmente comprendió que el mundo entrelazo dos mundos, en donde unos quieren vivir y otros sobrevivir. Que el sabor arenoso del invierno seguira aun en su alma, mientras espera el dulce aroma que las flores traen cuando el amor retorna. Mientras ello conservara la paciente esperanza del jardinero, que no hace mas que aguardar la dulce primavera. 







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