Por: Juan Carlos Cuya Velarde

Por: Juan Carlos Cuya Velarde
muchas historias entretejidas...olvidadas...perdidas

Tras el silencioso recorrido del capullina...se van tejiendo y contando historias en secreto pecado.

Por: Juan Carlos Cuya Velarde


martes, 23 de agosto de 2011

"Camanchaca Tacneña" una Bella Historia


La noche es realmente fría en la heroica ciudad de Tacna. Aquel frio helado que llega de la cordillera de los andes es capaz de hacer tiritar de frio hasta al más duro paisano o huésped tacneño. Las manos se unen en forma de plegaria tratando de hallar tan solo un poco de consuelo en un pedazo  de calor y los pies se inmiscuyen atrevidamente   en la mejor de las frazadas sin gran éxito.
El frio de los andes trae con los juegos del viento también un  secular visitante Tacneño. La  “Camanchaca”. Aquella que atrevida y juguetona baja de las alturas, seguramente volviendo a visitar como todos los años a los hijos de estas vilcas tacneñas.  Poco a poco y con el transcurrir los días se muestra implacable a su paso y se apodera de las noches de   mis calles de Tacna.
Aquella camanchaca Tacneña, se ha convertido desde siempre en el  compañero permanente de las madrugadas del imponente Intiorko. Y junto a él vivió amargamente el dolor de este suelo heroico. Es preciso entonces recoger su historia y contarles un poco de ella.  Pues tal vez después de esto podrán gozar de esta dulce camanchaca Tacneña.

Don Luis Cavagnaro nos trae pues una historia, que sin quererlo quizá, no comprende  solo la historia de un héroe Tacneño  sino también de una camanchaca guerrera.
En su libro  “El Centauro de las vilcas” Gregorio Albarracín Lanchipa. El gran historiador de Tacna, nos trae esta historia que narraremos a nuestra manera. Sin cambiar los datos históricos pero uniendo dos historias en una.
“Aquella mañana de fría camanchaca tacneña (aquella que seguramente alguna vez en algún viaje madrugador nos ha sorprendido en la meseta del Intiorko) don Gregorio Albarracín recibió la noticia del centinela: “Mi coronel a poco distancia de nosotros se divisa una avanzada chilena”.
 La húmeda camanchaca de aquella mañana  hacia difícil divisar al enemigo pero era más que evidente, la desventaja en la que se encontraba frente al número de sus enemigos.  Dos ideas seguramente pudieron cruzar esa helada mañana en la mente del coronel y sus hombres. Tomar raudo camino en fuga del enemigo o enfrentarlo heroicamente. Aquella, entendían seguramente,  era el camino directo al final de su lucha.  Que seguramente quedaría escrita  con sangre   en las páginas de oro del Perú.
Sin embargo, una decisión tomo por sorpresa a los hombres. Aquella resulto seguramente    inconcebible en el momento  para estos valientes tacneños, pero seguramente también necesaria para la patria.  Ordeno entonces separarse a sus hombres (montados a caballo) a una distancia prudencial uno de otro.
Sepárense unos a otros y cuando de la orden galopen a toda fuerza, hagan que sus bestias levanten el polvo de esta tierra y no duden en un solo momento de mis órdenes.  Este día estos chilenos sabrán quien es el Perú.  ¡Adelante mis flanqueadores de Tacna! ¡Que hoy Tacna mostrara la sangre de sus hijos!
Aquella avanzada chilena diviso entonces a lo lejos, en medio de esa camanchaca tacneña.  Una enorme caballería como salida del mismo infierno,  dirigiéndose  a todo galope en su contra. La densa niebla de aquella camanchaca vespertina les mostro entonces  a la misma muerte al  temible enemigo. ¡Retirada! ¡Retirada! Fue la orden que recibió el invasor. Alejándose con todas sus fuerzas del temible enemigo que la muerte traía al galope en medio de la nada.

Aquella mañana, la camanchaca tacneña dibujo en la mente del enemigo un ejército insuperable. El enemigo se extendía en todo el frente que sus ojos pudieran divisar. Cientos de soldados dispersos en todo el terreno se acercaban a galope trayendo con ellos seguramente al mensajero de la muerte.
De esta manera el Centauro de las vilcas junto a los pocos tacneños que lo acompañaban. Hicieron correr aquella avanzada chilena inmensamente superior a los peruanos.
Aquel día y más  quedara seguramente en la memoria de mi camanchaca Tacneña. Desde entonces regresa implacable en este mes de agosto a las callecitas de mi ciudad. Trae consigo las memorias de Albarracín y sus hombres; mientras susurra en el tiriteo  de los Tacneños, que aquel frio que la acompaña es también Tacneño, y que estará por siempre con nosotros en estas nochecitas de frió Takano. 

                                                          "Un Albarracino no se rinde jamas"

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