historias de un colibrí
Aquel colibrí lo encontré de casualidad. Volando muy bajo se presento ante mí. Sin saber siquiera sobre su existencia. Desde tierras y momentos extraños llego a mí. Eran días en los cuales camine en silencio entre tanto ruido, estuve solo entre tanta gente y buscaba entre la nada.
Hice un viaje y este había casi terminado. Cuando una casualidad (de esas que no existen) lo posó ante mis ojos. Aunque es más probable que yo apareciera ante los suyos.
Se encontraba frente a mí, no había notado de su presencia en medio de una fauna de piedra, no sé si lo encontré sobre una mesa o el me encontró sobre una calle.
No sabía en realidad que hacia ahí ¿ ni el Por qué de mi presencia? Sin embargo al verlo supe inmediatamente que él si sabia ¿del porque de su presencia? Entendí entonces que era necesario traerlo conmigo o quizás que él me lleve consigo.
Lo hice mío y cuidadosamente lo envolví para emprender el viaje de retorno. Al llegar a casa, me di con la sorpresa que aquel colibrí había perdido su maravilloso vuelo. Aquel largo viaje había tenido una triste consecuencia, su pequeño pico se encontraba roto, había perdido la fuente de su existencia y me preguntaba ¿el por qué? Acaso los dos habíamos perdido el instrumento de nuestras vidas: aquel el pico y yo el habla.
Sin embargo no fue difícil volver a colocar aquel pico en su lugar y decirle que por fin estábamos listos para volver a emprender un nuevo viaje. Aunque el destino fuera distinto al que yo había escogí para él, este nuevamente volvió a escoger por mi y decidió quedarse conmigo para siempre.
Sin embargo aquella travesía seria muy larga. Durante mucho se encontraba abandonado y es que así como lo encontré, lo deje a un lado de mi camino. Una noche me susurro al oído y me conto esta bella historia:
(…) Durante largos años, en tiempos en donde se nos era permitido volar por el mundo sin temor del hombre, yo era un jilguero flor. Se me estaba permitido andar en bandadas y recorrer las huertas y jardines del hombre, llevando en mi canto la alegría y en mi volar pausado la calma de mi vida.
Sin embargo, un día entre valles y montañas, me encontré herido en medio de la nada. Durante días trate de recuperar mis heridas, pero no pude retomar mi vuelo. Cuando las fuerzas de mis alas se agotaban, un hombre extraño a estas tierras, me encontró y cuido durante días en medio de la nada. Aquel hombre me puso en su resguardo y con el pasar de los días recupere mi fortaleza.
En agradecimiento a él, comencé a cantar y volar para llamar su atención y conseguir que entendiera que deseaba volver a cantar. Sin embargo aquel hombre no escuchaba mi canto ni miraba mi aletear. Una noche lo vi llorar amargamente y entonces entendí que había llegado la hora de pagar mi deuda con él.
Le pregunte cual era la razón de su tristeza y entonces supe la razón de aquel triste llanto y ¿el por qué de su presencia en tierras tan lejanas?
Me conto que durante mucho tiempo venia buscando entre valles, montes y quebradas un tesoro que encontró en medio de una flor. Este era el corazón de una princesa inca, que por órdenes del sol había vuelto a su encierro inicial. No me quiso decirme más, ni contarme las razones de aquel designio.
Luego de ello, sin que me lo pidiera, le prometí ayudarlo esta vez yo a él. Desde aquel día comencé a recorrer los valles y quebradas en búsqueda de aquel corazón extraviado, que el hombre me pidió encontrar.
Busque y busque durante muchos años sin cesar. Durante aquella búsqueda descubrí que aquel encierro fue obra del destino, que los dioses nada tenían que ver en él. Que había sido la vida quien decidió volver a esconder aquel corazón.
La búsqueda se hizo infructuosa, era como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra, busque entre praderas y desiertos sin lograr mi cometido. Note que mis alas eran muy lentas para lograr mi cometido, así que comencé poco a poco a volar mas y mas rápido, muchas de las flores que encontraba lastimaban mis ojos con sus cardos y espinas y entonces tuve que extender cada vez mas y mas mi pico. Sin embargo, para pena mía nunca encontré la flor que escondía la razón de mi promesa.
Un día entonces decidí regresar a ver a aquel hombre, lamentablemente no lo pude encontrar más. Mis amigas las aves me dijeron: que lo vieron alejarse sin rumbo conocido, que continuaba en su búsqueda o quizás solo ya volvía a su casa, sin encontrar su corazón.
Entonces comencé una nueva búsqueda: la de mi salvador. Cada vez volaba más y más rápido y mi pico se hizo lo suficientemente largo para buscar en el corazón de cada flo. Y es que a pesar de todo, no he detenido aquella promesa inicial.
Por los largos viajes me fui haciendo pequeño y mis plumas comenzaron a cambiar, desde entonces deje de ser un jilguero y me convertí en este colibrí, que busca y busca entre las flores la razón de su promesa.
Un día, Apullalla apiadado de mi búsqueda, decidió dar fin a tan interminable tarea y me convirtió en esta ave de piedra que ahora vez, sin embargo no he dejado de buscar y buscar.
Ahora se finalmente que aquella búsqueda ha terminado, te encontré después de siglos y sé que mi tarea a terminado. Debo solamente darte un mensaje, que el viento trajo en mi larga búsqueda: “termina tu búsqueda, deja que el tiempo lo haga, el lo encontrara y lo traerá a ti en el momento y lugar indicado”
Hoy colibrí he comprendido tu mensaje. Ya no estaremos mas solo, ya no el polvo rosara tus alas ni el silencio y la soledad serán tu compañía. Hoy agitaras nuevamente tus alas por el mundo
Aquel colibrí me enseño que hay cosas bellas en el mundo. Nunca me percate que me buscaba intensamente. Ahora tu destino está nuevamente unido al mío. Renaceremos juntos como fénix y lo haremos una y otra vez de ser necesario, mientras tanto aguardaremos en el cuarto de Joao, hasta que llegue la hora y momento.
estubo lindo
ResponderEliminarestubo estupendo chevere geniallll
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