Por: Juan Carlos Cuya Velarde

Por: Juan Carlos Cuya Velarde
muchas historias entretejidas...olvidadas...perdidas

Tras el silencioso recorrido del capullina...se van tejiendo y contando historias en secreto pecado.

Por: Juan Carlos Cuya Velarde


sábado, 13 de agosto de 2011

Del amor y sus historias (...) A las tres mujeres que ame.




 Juan llego a casa una vez mas, se conforta de estar por fin de nuevo en su mundo. Como es de costumbre tomara un tiempo para ponerse cómodo. Luego de eso sabe que como  siempre  prenderá su computadora pensando que quizás este día exista algo que reviva sus días.

Siempre recuerda en silencio y a manera de consuelo que alguna vez encontraba una nota de amor, un beso electrónico o una tarjeta virtual que diga ¡te amo! Después de todo sabe que el amor de cartas y poemas quedo en el pasado, aunque sea difícil olvidar aquellos tiempos. Sabe y comprende que ahora el amor es virtual.  

También recuerda y comprende que la vida no es más que un ciclo que retorna al mismo punto cada cierto tiempo y trae consigo más que las deudas pendientes del pasado.

Toma asiento, el computador esta  ya encendido, solo falta algo de música y un cigarrillo que consuma los suspiros y ciertamente poco a poco su vida. Se pregunta si el cigarrillo que ahora toma parte de su tiempo no robara también el tiempo con los nietos que tanto añora. Sabe  que probablemente así será, pero guarda la esperanza de un día olvidar la nicotina que hoy inunda su vida.

Aquel rito se repite día con día y a pesar de ello siempre hay recuerdos que revivir y lamentar. Rememora en la  lo distancia cada uno de ellos como si hubieran sido ayer y solo la conciencia le hace entender lo distante de aquellas.

Esta noche se preguntaba una vez más la razón de su soledad. Rememora el tiempo y recuerda que alguna vez; en algún lugar del mundo y el tiempo. Existieron algunas mujeres que realmente lo amaron. Reconoce que la razón del sin sabor de sus días se encuentra en ellas. Después de todo  una y otra vez las dejo partir a pesar, que cada una de ellas, pudo ser la mujer de su vida.

Añora aquellos labios delicados que besaba en una mujer morena. Besar aquellos labios era como no besar y besar a la vez. Fue la primera vez que pensó en unir su vida a una mujer. Tenía tan solo 15 años y sabe que aquellos delicados  labios marcaron  su vida por siempre. Pero aquella historia fue tan solo un cuento de hadas, pues  sabe  que aquellos días fueron ciertamente clandestinos. Aquel amor perduro muchos años en su vida, sin ser amor y sin ser realidad. 

La vida le deparo entonces una segunda oportunidad. Una hermosa niña de ojos grandes  y cautivadora sonrisa. Aquella logro conocer cada uno de sus defectos y virtudes. Fue capaz de despertar sus más grandes pasiones y también sus más grandes demonios. Aquel amor fue difícil de llevar pero al final de todo, fueron más de 7 años de su vida. Aquella conocía de sus grandes debilidades y quizás saca provecho de ellas. Pero  termino también  odiando aquella forma de seducirlo.

Aprendieron a necesitarse y lamentablemente también a dañarse. Ella, fue su eterna compañera, a pesar de todo. La soledad escapaba entre sus caricias y besos y eran capaces de resucitar  esperanzas en su alma. A pesar de ello siempre se preguntaba ¿si aquella seria la mujer indicada?

Recuerda que cada vez que lograba enamorarse nuevamente de ella (pues el amor escapo muchas veces por la ventana) ella siempre terminaba por  alejarse de su vida. Así lo hizo una y otro vez. Pero lamentablemente a su retorno era necesario volver a empezar.

Quizás ella nunca comprendió aquello o simplemente fue el fatal destino quien escogió fuera así. Finalmente aquel hecho se repitió una vez más.  Pero esta vez para siempre y por siempre. Sabe que recordara su sonrisa, hasta el último día. Aunque al final sea solo eso, un recuerdo.

Finalmente añora con tristeza que un día una flor de nardo llego a su vida, dispuesta  a transformar todo lo que tenia y  destruir el mundo que conocía. Ella construyo sobre aquella alma irregular y pozo ante sus ojos el imperio que le pertenecía. Aún sus labios recuerdan la primera vez que la besaron, en  aquella iglesia, en donde un día pensó se casarían. Recuerda desconsoladamente que  sobre una iglesia prodigo por primera vez su amor y sobre una iglesia un día le toco volver a decir adiós para siempre.  Después de todo siempre pensó que aquella mujer, era la mujer que el mundo le negó, que la distancia separo y que el olvido encontró.

La noche es simplemente el momento más triste de su vida y a su vez el único consuelo  que le permite revivir aquellos días que aún llenan su alma. Lamenta sin embargo saber que  aquellas tres tristes historias, conocieron el infortunio gracias a una sola palabra: “El”.



Reconoce en su persona la cobardía de no luchar por lo que quería, sabe que confió en el amor que le prodigaban, sin entender que debía luchar día por día por el. Comprende  que aquellas lo amaron más de lo que él podía comprender. Lamenta  las lágrimas que mojaron sus mejillas tras su culpa. Sabe que fue él quien más perdió en cada una de ellas.

Termina la noche y solo le queda una pregunta ¿debió luchar? Si acaso siempre se aparto de sus vidas el día que le dijeron que se fuera. Si acaso solo las dejo partir el día que le pidieron que lo haga. Piensa en lo que siempre le dicen: Debiste luchar, si realmente la amabas, debiste luchar.

Luchar (...) lamentablemente es una palabra que aún no entiende. Cuando una mujer dice que no ¿es realmente no? O como dicen solo es la alerta para que la palabra lucha se encienda. A pesar de todo piensa que uno debe ser un buen perdedor. Sabe que ninguna de ellas puede recriminar que les hizo la vida imposible, después de aquello, sino que trato de desaparecer por siempre. O quizás simplemente aún  se repetirán: “el fue el cobarde que nunca se atrevió a luchar por mi”.

Finalmente debe entender que aquellas historias tuvieron su momento en su vida. Que abrieron profundas heridas en su alma y que a pesar de ello las recordara por siempre, con el mejor de los conceptos. Después de todo solo cometieron un error (…)  Amarlo.



Tres conclusiones:

a la primera: perdón, pero fue tan culpa tuya como la mía. 
a la segunda: buscamos una felicidad donde no la había, pero fue grato intentarlo.
a la tercera: perdón por todo, pero quizás te apresuraste.

el Fénix.






























2 comentarios:

  1. hoy solo siento que amé a una sola persona,,aquella persona que me hace sonreír cada vez que pronuncio su nombre y me hace soñar cuando miro una estrella en el firmamento,,,

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  2. a lo largo de nuestra vida muchas veces no comprendemos el porque de los desenlaces de las diversas etapas que pasamos en nuestras vidas pero en lo personal pienso que que cada experiencia no es mas que una pincelada o trazo de el auto retrato de quienes deberíamos ser al final del camino ... ALONDRA

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